Matók MiDvásh: prensa electrónica de Ieshivah.Net - Edición No. XXVI
Nisán 5765, Parasha't Kedoshim, desde Jerusalem
Edición dedicada a la pronta recuperación, completa salud en cuerpo y alma y felicidad perfecta de Carina Edith Naamát bat-Rosa Shoshana y Sharon bat-Guilah
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"... y os Icé sobre alas de águilas, y os traje hacia Mí..."
Para ser libres de verdad, sólo nos falta ser sagrados
Javerím, queridos amigos:
Shalóm para vosotros.
Hemos pasado a través de Pésaj. Estábamos en Mitsráim, en tierra de idolatría y opresión; elevamos nuestro grito al firmamento, y el Creador modificó nuestra realidad y la del mundo, por medio de milagros maravillosos, para hacernos partícipes y testigos de la Verdad. Hace apenas dos días, por fin, cruzamos el Mar Rojo, caminando sobre tierra seca en medio de las aguas erectas como murallas, que se volcaron furiosas sobre Faraón y su ejército completo cuando en la tozudez de su malignidad se dio a perseguirnos por el mar.
Por fin, se abre ante nosotros el desierto, el "midbár" (de la raíz hebrea "dabár", que es tanto palabra como "cosa") en que habremos de cocinar, durante las próximas semanas, un nuevo lenguaje, una nueva forma de decir la vida para arraigar en nuestras almas la Verdad. Caminamos rumbo a recibir la Toráh, al pie del Monte Sinai. Han de pasar 49 días que contaremos uno a uno (en lo que se llama "sefirát haOmer", la cuenta del Omer; un excelente estudio de su sentido profundo se encuentra en SerJudio), desde la salida de Mitsráim hasta la recepción de la Toráh. Dicen nuestros sabios que, en Mitsráim, descendimos hasta el nivel 49 de impureza (de 50 que hay en total); durante estos días, hemos de purificarnos de toda la indolencia idolátrica de Mitsráim, y ascender, uno a uno, los 49 portales de la sacralidad.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo acometer semejante empresa?
Como siempre, acude en nuestro auxilio la parasháh de la semana, Kedoshím (Vaikrá -Levítico- 19:1-20:7), que comienza así: "Y habló Hashém a Moshéh para decir: Habla a toda la comunidad de los hijos de Israel, y diles: Sed sagrados, porque Sagrado (soy) Yo, Hashém, vuestro E-lokím". Hay consenso entre nuestros sabios respecto de cómo interpretar el "sed sagrados": lo primero que debe hacer un hombre para ser "sagrado", es segregar de sí toda desviación sexual, toda sexualidad pecaminosa, todo dominio del instinto animal sobre su vida. Si logra gobernar su instinto para conducir su vida sexual de acuerdo a los términos de la sacralidad, será sagrado. Y para ello, debe construir los cercos necesarios alrededor de sus días y sus noches, acerca de lo cual hemos hablado en "Ojos y Corazones", la primer clase del ciclo "Torah para Vivir con Ella".
Nuestra parasháh pasa, inmediatamente, a otras tres mitsvót -preceptos- que completarán un primer marco de sacralidad, desde el que poder alistarnos a recibir, dentro de algo menos de seis semanas, la luminosa maravilla de la Toráh. Porque recibir la Toráh no es una acción externa a nosotros, sino que involucra el pensamiento, el habla, y el modo de conducirnos en cada mínimo detalle de nuestras vidas cotidianas (acerca de la "recepción de la Toráh", y más precisamente, qué hacer con ella, hablaremos mañana be'ezrát Hashém, a las 19:30 hora de Israel, en la clase "Más que una carga, una novia" en el Beit-Midrásh virtual de Ieshivah.Net).
Continúa nuestra parasháh diciendo: "Cada hombre respetará a su madre y a su padre, y mis Shabatót preservarán". Y en el versículo siguiente, por fin: "No os dirijáis a los ídolos", etc. De la contigüidad del respeto a los padres y la preservación del Shabát, aprende Rashi el límite al respeto filial: la única circunstancia bajo la que debes desoir a tus padres, es si te dijeran que profanes el Shabát, que profanes la Toráh.
A lo largo de nuestra parasháh, son instruidos nuevamente los Diez Estatutos que recibimos en las Lujót Habrít, las Tablas del Pacto. Se pregunta Rabi Iosi en el Zohar, pilar de la Cabaláh: Ya que aparecen las diez leyes fundamentales otra vez, ¿por qué la mitsváh de honrar a los padres y la mitsváh de shabát vienen ahora en orden invertido? (en las Tablas, está primero el shabát y luego honrar a los padres; y acá al revés). Y responde: "Quien respeta/honra a su padre y a su madre, cuida el Shabát".
"El cumplimiento de una mitsváh trae consigo el cumplimiento de otra", aprendemos en el Tratado de Avót 4:2; una transgresión, por su parte, genera la comisión de otras transgresiones. El camino todo de la Toráh es una larga escalera a recorrer con amor. ¿Cómo podría alguien deshonrar a sus propios padres, y ser capaz de relacionarse con el Creador b"h, con el Gran Padre de toda la creación? Y desde otro ángulo: quien se pone los límites correctos y no los transgrede, quien porta y honra los valores verdaderos con su propia vida, a medida que avance y crezca, habrá de seguir incorporando valores, conocimiento, mitsvót, a su vida real. Por eso, podemos leer a Rabi Iosi, diciéndonos: quien respeta a su padre y a su madre, a fin de cuentas habrá de respetar el Shabát. Quien haga el esfuerzo de agregar una mitsváh a su vida, al final del camino, hallará que ha adquirido la Toráh completa y ha llegado a donde debía, para honra de su propia vida y de los suyos; para la enmienda trascendental de la Creación. Para la felicidad en la Verdad. Para el más verdadero amor.
Con nuestras brajót, desde Ierushalaim,
daniEl I. GinermanEditor
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