"Matók MiDvásh"
prensa electrónica de los proyectos Ieshivah.Net & EstudiosJudios.Net,
desde http://www.banaijtsion.com/ y http://www.patrimoniosefardi.org
Edición No. III - Tevet 5764, Parashát VaIgásh, desde Jerusalem
http://www.ieshivah.net/ediciones/03/
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Nuestras ediciones anteriores: 01 y 02
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Indice:
* A modo de editorial: "Gracias por lo que me toca"
* Alégrate alma mía: he abierto las puertas para tí, por el Rav Hagai Mazor
* Psicología y Toráh / Sanación Espiritual: El Holograma Divino, por Aharon Franco
* "Yo soy Ioséf, vuestro hermano": una frase que cambiará todo el sentido de lo vivido, por el Rav Dorón Rosilio
* De dónde proviene la fuerza de Ioséf en el exilio, por el Rav Liór Iasúr
* La complementariedad entre la Toráh escrita y la Toráh oral, por el Rav David Shlomo Mendelsohn
* APOYA ESTE PROYECTO
Parasháh de la Semana: VaIgásh / Bereshít (Génesis XLIV,18 - XLVII,27)
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A modo de editorial:
"Gracias por lo que me toca"
"Rabí Nejuniá ben-Hakanáh solía elevar una plegaria al entrar al Beit-Midrásh (a la casa de estudios); al salir, oraba brevemente otra vez. Le preguntaron de qué trataba su oración. Les respondió: A mi ingreso al Beit-Midrásh, pido que no se produzca ningún fallo por mi mano; cuando salgo, doy las gracias por la parte que me ha tocado". (Tratado de Berajót, cap. IV, mishnáh 2)
El cuidado de la Toráh se apoya en su transmisión y exégesis fiel, en la no distorsión de su enseñanza, en la aplicación justa de las mitsvót (preceptos) a todos los órdenes de la vida. La Toráh representa un mapa de toda la Creación, del orden íntimo del tiempo, y del sentido de nuestras vidas, ahora, en nuestro tiempo.
Como toda instancia de la que participa directamente sólo una parte de nosotros, el estudio de la Toráh tiene una puerta de ingreso y una de salida. El tiempo de estudio es aquél que cada quien dedica a adquirir sabiduría, a crecer, a tornarse apto de realizar más sabiamente la actividad que la vida en este mundo nos requiere. Ese rato, mayor o menor, que cada quien logra dedicar a diario al estudio de la Toráh, debe ser un tiempo en que la luz le sea propicia; para ello, hay que disponer el alma, el intelecto, de modo impecable: aprender Toráh es beber de la fuente de la más alta sabiduría, y la mínima desviación del entendimiento que le permitamos obrar al ego u al instinto echará por tierra el intento y el esfuerzo. De allí, la primera plegaria de Rabí Nejuniá. De allí, la plegaria que elevamos siempre al comenzar el estudio, para preservarnos de hacer mal con las herramientas que adquirimos para hacer bien.
Pero al culminar el estudio, la situación es completamente otra. Cuando trasponemos, física o mentalmente, las puertas del Beit-Midrásh rumbo al mundo material, es el momento de traducir en felicidad, en satisfacción, lo aprendido. Cada palabra de Toráh nos provee nuevas herramientas para cada área de la vida humana. Por consiguiente, investidos del armamento que la sabiduría nos provee, investidos de certezas y de fe, salimos al ruedo de la vida tras expresar nuestra gratitud por la porción de mundo que nos toca.
Tales, las herramientas que Matók MiDvásh, y el proyecto "Ieshivah.Net / EstudiosJudios.Net", intentan compartir con todos sus participantes, colaboradores y lectores. Las de una bendición que comienza en el estudio, y guía hacia la satisfacción de una vida plena. Con vosotros, el número 3 de "Matók MiDvásh", pleno de textos producidos por los rabinos de Banáij Tsión durante la última semana. En camino se encuentran las clases en audio, y las demás áreas del proyecto, del que estáis invitados a participar y colaborar .
Entretanto, os saludo con una brajáh de Shalóm (que es sólo la paz que nace de la plenitud),
daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net
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Alégrate alma mía: he abierto las puertas para tí
por el Rav Hagai Mazor, ravmazor@banayichzion.com
Director del Instituto Banaij-Tsión
y Director Rabínico de Ieshivah.Net
Cuenta la Guemará (Tratado Pesajím LXVIII,2) que Rav Sheshet reiniciaba su ciclo de estudio cada treinta días, volviendo a repasar los mismos puntos, a profundizar en las polémicas ya comprendidas, a esclarecer aún más cuanto ya había presumiblemente comprendido bien. Entonces, al culminar cada ciclo, se paraba junto al eje (las bisagras) de la puerta, y decía:
La polémica se resuelve de modo sencillo en nuestra Guemará: El propio deleite, el propio crecimiento, el propio provecho, son -y no está mal que sean- los primeros motores para el esfuerzo del hombre. Pero si el esfuerzo que realiza es el correcto, la Creación toda se beneficiará de los frutos de su trabajo.
Llegado este punto de la reflexión, se pregunta el Maharshá, uno de los grandes exégetas de la Guemará: "¿Con qué objeto repite dos veces Rav Sheshet la fórmula 'alégrate, alma mía'?". No hay en la Toráh (que incluye su parte escrita, y su parte oral: Mishnáh, Guemará, Midrásh, Cabaláh, etc.) palabras demás, palabras puestas para mantener ritmo ni rima; ni una letra que falle en aportar sentido al texto total. La partícula "alma mía" se refiere, cada una de ambas veces, a un estrato distinto del alma. Porque estudiamos en la Cabaláh que tres son los estratos básicos del alma: el Nefesh o el "ánima natural", relacionada con todo lo sensible, con la experiencia corporal; el Rúaj, espíritu, centrada en el corazón y sostén de lo emocional, lo afectivo, la experiencia del dolor, de la belleza, etc.; y la Neshamáh o "ánima intelectual", el estrato superior que accede a la verdadera sabiduría. Claro está que no es al cuerpo que aporta directamente valor el estudio de la Toráh, sino a los dos estratos superiores del alma (el Rúaj y la Neshamáh), desde los cuales el hombre dirigirá, de modo superior cuando hay Toráh dentro de él, su desempeño físico en el mundo.
Y sobre ésto, vendrá a puntualizar inmediatamente el Ben Ish Jai, uno de los más grandes sabios de Babél: "Dijo el rey Shlomóh (Salomón): La puerta gira sobre su eje, y el vago gira -da vueltas- en su cama". Ante la visión frontal de la puerta, pesada y difícil de mover, el vago dirá: "es superior a mis fuerzas, no puedo, estoy cansado" y yacerá en la inacción. Mientras, el sabio, el hombre de espíritu que apetece el deleite de la Toráh, buscará, investigará, se esforzará, y descubrirá por fin que gracias a las bisagras no hay más que empujar la puerta suavemente, y ésta se abrirá para él de par en par.
Que llegue a todos vosotros la bendición de la Toráh. Shabát Shalóm.
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Psicología y Toráh: Sanación Espiritual
El Holograma Divino
por Aharon Itzjak Franco, aharon@ieshivah.net , Psicólogo clínico,
presidente de la Asociación Patrimonio Sefardí http://www.patrimoniosefardi.org/
y de la Comunidad Judía de Murcia http://www.comjudiamurcia.org/
El modelo de sanación occidental actual es heredero de la “escisión” que Descartes proclama, consistente en la división radical entre mente y cuerpo. Este paradigma está actualmente siendo cuestionado por un acercamiento de esa pareja que nunca debió ser separada, si hablamos de comprensión de la dimensión humana y de sus procesos de enfermedad y sanación.
La equiparación de la realidad a algo solamente tangible y medible ha cercenado parte de las dimensiones necesarias para conocer la realidad humana. Aquéllo que no se pude tocar, medir o pesar, simplemente se relega al ostracismo como una anomalía que no encaja en le Modelo de Ciencia “oficial”.
¿Qué es real?. Ya esta pregunta se la hacía el psicólogo Watzlawick: ¿La realidad que proclama la ciencia materialista es la única verdad? ¿No es real un sueño, un delirio psicótico? ¿Acaso no hacen sufrir al ser humano?
Esta triste escisión que provoca el modelo cartesiano tiene consecuencias muy notables en la concepción del ser humano y por tanto en cómo se entiende el proceso de enfermar y sanar.Así el hombre es tratado como un mecano construido por piezas, a las que se estudia minuciosamente, sin tener en cuenta que la suma de todas las partes da lugar a fenómenos tan maravillosos como la conciencia y las consciencia humanas.
No hemos nacido en Occidente por casualidad. Debemos dirigirnos a nuestra Tradición Espiritual, sin necesidad de recurrir a parajes orientales muy alejados de lo que son nuestras fuentes genuinas.
El manantial de conocimiento lo tenemos aquí y más que un conocimiento es un “reconocimiento”, algo que está ahí y no vemos, como es nuestro potencial interior para sanar.
¿Dónde nos quedó la necesidad de autotrascendencia que según precusorsores dela psicología transpersonal tiene el ser humano? Esto para la ciencia tradicional no tiene valor, no se puede cuantificar, como los niveles de dolor humano,pero ciertamente nos preocupan y mucho.
El Tanaj ( Biblia ) y la Toráh ( Pentateuco ) proveen gran cantidad de referencias a la sanación, como proceso conectado a la conducta,la ética y la moral que nos diferencia de Oriente...
Nuestras acciones,consecuencia de nuestro sistema de valores y creencias propias de nuestra estructura mental cognitiva, tienen un valor determinante sobre la enfermadad y la sanación. Así nos encontramos en la Toráh referencias a la lepra, pero no una lepra física, sino que tiene que ver con la conducta inmoral y más en concreto con el lashón hará, la maledicencia...
El modelo de Sanación Holístico judío proclama que cada parte del todo contiene la información del resto, así la enfermedad física tiene un correlato en el plano mental y espiritual-energético.
Un síntoma de una enfermedad, como por ejemplo una arritmia del corazón, nos habla de desajustes en el plano psicológico e igualmente en nuestro plano espiritual; no sólo en el músculo cardíaco.
Desde un punto filogenético o de desarrollo, ésto supone que el eje de la curación pasa del horizontal propuesto en la Medicina Tradicional al Vertical; cada plano es un estrato más elevado que el anterior desde un punto de vista evolutivo y energético. Así la realidad espiritual conforma a los niveles inferiores y no al revés.
El Judaísmo como otras tradiciones espirituales tiene un Modelo de Sanación propio, que tiene su fuente inequívoca en la Toráh.Todo está en la Toráh y la sanación es algo que forma parte de su mensaje.
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"Yo soy Ioséf, vuestro hermano": una frase que cambiará todo el sentido de lo vivido
por el Rav Dorón Rosilio, ravdoron@banayichzion.com
Shalóm para nuestros queridos lectores, ¡Berajáh y bien desde Ierushalaim!
Nos encontramos, en esta parasháh, ante la culminación de una serie de encuentros intensos y determinantes: Ioséf y sus hermanos, Ioséf y Faraón, próximamente Iaakóv y Faraón. Cada uno de estos encuentros marcan puntos de inflexión para la realidad toda, marcan un antes y un después desde que arrojan luz de verdad sobre el desarrollo de los acontecimientos, hasta el punto en que ya nada puede ser visto como se veía antes de ellos. Estos encuentros arrojan la luz verdadera que sorprende, duele, y llena de la certeza enraizada en la conducción de la Creación toda a manos del Creador hasta sus últimos detalles. Cada uno de estos encuentros elimina las dudas, y abre camino hacia la conducta que halla origen en la fe, desde la felicidad de entender cómo y hacia dónde se encamina la vida.
Al inicio de la parasháh, Iehudáh llega hasta Ioséf, y su discurso es de confrontación, de guerra. La situación de su familia está en su punto más negativo, Ioséf "no está" (con la familia), Shimón está preso por orden del Regente de Mitsráim (que es en realidad el propio Ioséf), Biniamín está en camino a convertirse en esclavo de algún aristócrata egipcio, y su anciano padre, en la tierra de Cnáan, no podrá sobreponerse al dolor que ésto le producirá. En esta situación, Iehudáh cumple la promesa que hiciera a su padre: se arriesga a sí mismo, hasta las últimas circunstancias, por salvar a Biniamín de su desgracia.
Iehudáh tiene naturaleza de rey: toma y asume la responsabilidad que le toca. El es quien llevará a Ioséf a revelarse por fin, en un instante grandioso: "¡Yo soy Ioséf, vuestro hermano!". Una sola frase. Una frase que resuelve todo: a modo de bisagra que abre un cambio radical en el proceso, se derrama como aguas de vida sobre un espíritu cansado, y cambia radicalmente lo que teníamos por real: a partir de ella, todo lo que pensamos, lo que sabíamos, lo que construimos, lo que nos lamentamos, lo que no podíamos comprender acerca de hacia dónde dirigía D's a los hijos de Iaakóv, todo cambia de signo y se hace sencillo de entender, verdad de belleza fascinante que justifica todo el sufrimiento pasado.
Yo soy Ioséf, vuestro hermano, y gobierno Mitsráim. Y Shimón está aquí, y aquí está Biniamín. Y Iaakóv, nuestro amado padre, está vivo. De pronto queda claro que D's guió y dirigió todo este proyecto para hacer que Iaakóv descendiera a Egipto, y para que sus hijos purgaran el pecado de haber vendido a uno de sus hermanos, aún cuando lo hicieron creyéndole culpable.
Sólo Iehudáh era capaz de llevar ese corto encuentro cúlmine, justo a tiempo de evitar una obvia conclusión desgraciada, a un final de puro y espléndido bien. El final enseña el carácter -el por qué, el para qué- del inicio y del proceso todo. Y sólo Ioséf podía llevar adelante todo este proceso de situaciones tristes y desesperantes hasta su cúspide, hasta donde sólo podía caber la maravilla: "Yo soy Ioséf, vuestro hermano". Un cierre de proceso que, desde cuanto enseña hacia atrás, nos llena de esperanza, de vigor para sobreponernos a todo, y nos estimula a confiar y hacer.
Así funciona también en nuestras vidas. Llegamos a puntos límite de incomprensión de lo que nos sucede, de tristeza, de desesperanza y desprotección, hasta que se revela de pronto, en medio de la situación más negativa, el quiebre fantástico que todo lo explica y da a todo un magnífico sentido: "Yo soy Ioséf, vuestro hermano".
¡Shabát shalóm!
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De dónde proviene la fuerza de Ioséf en el exilio
por el Rav Liór Iasúr, ravlior@banayichzion.com
El relato fundamental en nuestra parasháh es el del reencuentro de Ioséf con su padre, Iaakóv.
Antes de entrar en él, repasemos en líneas generales la situación de Ioséf: en las parashiót pasadas, Ioséf fue vendido por sus hermanos a unos mercaderes ismaelitas, a cuyo través llegó a Mitsráim (Egipto), donde su camino le llevó a ser siervo en la casa de Potifar, ministro de Faraón, rey de Egipto. Resiste con grandeza los llamados de la esposa de Potifar, quien en venganza lo hace encarcelar. En la cárcel, adquiere fama de certero intérprete de sueños. Esta fama lo lleva hasta el propio Faraón, que termina por nombrarlo su segundo, con poder sobre todo el reino: un hombre que "de acuerdo a su palabra se hará" en Mitsráim.
De su capacidad para resistir a los intentos de seducción de la esposa de Potifar, dicen nuestros sabios de bendita memoria: "En ese momento apareció ante sus ojos la imagen de su padre, y le dio fuerza para resistir y no caer". Desde este punto, podemos volver a nuestro tema de la semana: la relación entre Iaakóv y su hijo Ioséf es expresión de que la fuerza de Iaakóv, "el largo brazo de Iaakóv" en lenguaje de la Guemará, es esencialmente Ioséf. Como dice la profecía: "Y la casa de Iaakóv será el fuego, y la casa de Ioséf la llama, y la casa de Esáv la paja (el combustible)". Este es la fuerza del pueblo de Israel, que le permite pasar las duras pruebas del exilio. Porque este encuentro es otro ejemplo de la sentencia que retorna una y otra vez a nosotros a lo largo de todo el libro Bereshít: "La acción de los padres signa la de los hijos". ¡Tal es la esencia del lazo que une a Iaakóv con Ioséf! Tal, la fuerza de Israel para superar la oscuridad y producir el retorno de la luz.
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Introducción al estudio de Talmud:
La complementariedad entre la Toráh escrita y la Toráh oral
por el Rav David Shlomo Mendelsohn, ravmendelsohn@banayichzion.com
Dice la primer mishnáh del "Tratado de Avót" (Talmud de Babilonia, Orden de Nezikín): "Moshéh (Moisés) recibió la Toráh de (el monte) Sinai y la transmitió a Iehoshúa (Josué), y Iehoshúa a los ancianos, y los ancianos a los profetas, y los profetas la transmitieron a los hombres de la Gran Kneset (...)".
En el mismo momento en que recibió Moshéh la Toráh Escrita, recibió también la Toráh Oral, entrelazada e íntimamente unida a la primera. No hay modo alguno de cumplir los preceptos y dar existencia a la Toráh escrita sin el auxilio de su correlato oral.
Tomemos, por ejemplo, el precepto de los "tefilín" (las filacterias). A su respecto, dice la Toráh escrita: "Y los atarás por señal sobre tu brazo, y estarán al frente entre tus ojos". Con tan sólo esta información, ¿cómo sabríamos acerca del color negro que deben exhibir los tefilín?, ¿de dónde deducir que han de ser cuadrados?. Y aún más: ¿cómo sabríamos que "al frente, entre tus ojos" alude al secreto de un punto encima de la frente, y no al inicio del tabique nasal?, y así a lo largo de toda la Toráh. Cada adorno que porta cada letra de la Toráh -del texto con que creó su mundo el Creador- tiene por derivación innúmeros secretos y halajót (normas), consignados en la Toráh oral, recibida por Moshéh en el Sinai al mismo tiempo en que recibía la escrita.
Tenemos prohibido, en principio, escribir los contenidos de la Toráh oral, como tenemos prohibido estudiar de memoria la Toráh escrita (sin apoyarnos en su texto). Pero muchos cientos de años luego de la entrega de la Toráh, a lo largo de los cuales la transmisión oral funcionó de modo perfecto (y así consta en la cita que abre esta nota), el descenso en la sabiduría y el conocimiento de la Toráh comenzó a hacerse patente, y más grave en cada generación que en su predecesora, al punto que los sabios de Israel temieron que la cadena de transmisión evanesciera y el conocimiento de la Toráh se perdiera del pueblo de Israel. Dada la gravedad de la situación, tomaron la decisión de consignar por escrito la Toráh oral, de modo que su documentación evitara la pérdida más mínima en el contenido de la transmisión.
Fue así que Rabí Iehudáh HaNasí, presidente del Sanhedrín (el Consejo de Sabios), se entregó a la tarea de organizar y recopilar toda la Mishnáh: una síntesis del conocimiento normativo de la Toráh oral, redactado en hebreo, imprescindible para el estudio y la puesta en práctica de la Toráh escrita. La Mishnáh porta consigo el ADN de toda la Toráh oral que se codificó tras ella, a partir de las discusiones y la profundización de numerosas generaciones de verdaderos sabios de Israel, que ampliaron y precisaron y enriquecieron el texto, de modo de hacerlo accesible al estudio y la comprensión de las generaciones presentes. La transmisión se mantiene, inmodificada, inmodificable, desde el primer día hasta hoy.
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"Matók MiDvásh" es el primer paso hacia la puesta en marcha del proyecto "Ieshivah.Net / EstudiosJudios.Net" (si deseas recibir una copia del proyecto, con sus secciones, etapas de desarrollo y presupuesto, sólo envíanos un e-mail a proyecto-request@ieshivah.net y te haremos llegar el archivo). El proyecto, del que comparten responsabilidad las instituciones Banáij Tsión de Jerusalem y Patrimonio Sefardí de Murcia, no tiene fuentes propias de sustento, es producido por un equipo voluntario, y proyecta crecer. Para cumplir con su programa y empezar a producir verdaderos materiales de estudio, aulas virtuales, clases en audio en español, etc., necesita el apoyo de todos.
A través de donaciones voluntarias, puedes dedicar ediciones de "Matók MiDvásh" a la memoria de tus seres queridos fallecidos, o poner toda esta energía de Toráh a trabajar para la sanación de alguien, para el éxito, para el encuentro con la pareja que te está destinada desde el inicio de los tiempos; o puedes llegar con la publicidad de tu emprendimiento a nuestros casi 8.000 lectores registrados. Son bienvenidas también las donaciones que tienen por único objeto ayudarnos a difundir la luz de la Toráh y el contenido de la tradición judía, a innovar, a compartir el deleite en la sabiduría y el amor.
Para consultas sobre cómo apoyar esta tarea, escríbenos por favor a editor@ieshivah.net. Para hacernos llegar un giro bancario, dirígelo a Daniel I. Ginerman a la cuenta de Israel Discount Bank 064-879630 en Jerusalem. Por Western Union, realiza un giro a nombre de Daniel I. Ginerman DNI 32.460.821-5. En cualquier caso, avísanos (y pásanos los códigos de la transferencia) para que nos conste la procedencia del dinero. Y desde ya, recibe nuestra enorme gratitud y vocación de bien por primera inmediata respuesta.
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