Levántalos junto a tu hermano"
Devarim 22:4
EL ESFUERZO PROPIO, CONDICION PARA OBTENER AYUDA DEL CREADOR
por Gabriel ben-Israel
para LebEjad no. 41 y Mato'k MiDva'sh
Dice el Jafetz Jaim en su libro Al Hatora que de este versículo podemos recibir una gran enseñanza para toda nuestra conducta diaria. Si una persona se "consagra" aquí abajo, en el mundo material, es consagrado "arriba". Por ejemplo, en las plegarias decimos, pedimos a Hakadósh Barúj Hu, "aleja nuestra lengua del mal y a nuestros labios de las palabras no buenas": si nosotros nos proponemos hacerlo, entonces tendremos "ayuda" min hashamaim, del firmamento. Y lo que suele ocurrir: nosotros no nos cuidamos, y entonces, ¿para qué pedimos ayuda del Todopoderoso?
Todo ésto está incluido en nuestro versículo "lo ayudarás a levantarlo". Ni él solo ni tú solo: los dos juntos. Hakadósh Barúj Hu está "preparado" para venir a ayudarnos, inclusive adelantarse en su ayuda, para aliviarnos el yugo que cargamos sobre nuestros hombros, mas para merecer esta gran ayuda, tenemos que dar el puntapié inicial.
Esto nos la ilustra el Jafetz Jaim con un ejemplo:
Un pobre que estaba en una situación de desesperación, lo alenu, se encuentra en la calle con una persona que era conocida por su riqueza. Se le acerca y le dice: tengo un pedido muy grande que hacerte, ¿es posible que puedas hacerme un gran favor y prestarme la suma de 5 rublos?. Tengo delante un muy buen negocio y con tu ayuda podrás salvarme de la pobreza en la que estoy.
Muy bien, le contesta el millonario, solamente que en este momento no tengo conmigo esa suma de dinero, pero voy a apresurar mis ocupaciones para poder estar en mi casa de regreso a las 5 de la tarde; si puedes venir a mi casa a esa hora, con gusto te daré lo que me pides.
Como se lo propuso, hizo rápidamente sus cosas y llegó a su casa a la hora fijada. Esperó... y esperó... Una hora, y el pobre no vino. Pensó el millonario: algo le habrá sucedido, que no pudo venir.
Al día siguiente, el rico iba por la calle y se encuentra nuevamente con el pobre; este último lo intercepta y le dice: buen señor, tengo frente a mí un gran negocio, pero usted puede ver mi estado, realmente desesperante, si pudiera prestarme 5 rublos me haría usted un gran favor. El hombre le contestó: ayer te dije que vengas a mi casa a las 5 de la tarde que el dinero estaría allí. Estuve esperándote una hora y no viniste. Bueno, lo que pasó, pasó. Otra vez voy a intentar estar en casa a las 5. Trataré de no demorar. Como dijo, estuvo en la casa a las 5, pero, otra vez, el pobre no vino...
El tercer día volvieron a encontrarse y otra vez el pobre comenzó con su "disco". Tengo un negocio, pero me faltan 5 rublos... El rico lo interrumpió y le dijo: Yo veo que no estás diciendo la verdad. No necesitas ningún dinero; ya que si lo necesitaras, hubieras estado en casa ayer o anteayer a la hora que fijamos y el dinero estaría en tu poder. Se nota que lo que dices con tu boca no es lo que siente tu corazón.
En nuestros rezos decimos: "enséñanos tus caminos...", "haz que nuestro corazón comprenda, para aprender, escuchar, estudiar...", "que nuestros ojos vean Tu Toráh...", y tantas cosas. Pedimos, pero, ¿sentimos?
No hay ninguna duda de que Hashem está listo, puede y quiere darnos sabiduría, inteligencia, que podamos comprender toda la Toráh Hakedosháh. Por su lado, todo está bien, quiere darnos "todo". Pero nos pide una sola cosa, que vayamos con El a Su Casa, al Beit Hamidrásh, y allí fijar un tiempo para estudiar Toráh.
El problema, lo que pedimos en la tefila son pedidos "de urgencia"; pedimos los 5 rublos en el momento que los necesitamos, pero después, salimos del Beit Hakneset y metemos nuestras cabezas en negocios y otras ocupaciones, y nos olvidamos por completo de ir a buscar lo que pedimos.
Así dijo el profeta: "tomen sus cosas y vuelvan a Hashém" (Hoshé'a -Oseas- 14). Tomen con ustedes sus palabras, lo que dijeron, y no lo olviden. Estén atentos para recibir sus pedidos, y entonces, vuelvan a Hashém. Tal es la completa Teshuváh.
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