17 agosto 2005

Matók MiDvásh 25 - Metsorá 5765 - El exilio del habla, y su redención

Javerím, queridos amigos:

Esta semana leemos en la Toráh parashát Metsorá, que, continuando la exposición de parashát Tazría, nos refiere al caso de quien es afectado por una enfermedad de origen espiritual llamada "tsara'at", cuya sintomatología física se aproxima a la de la lepra.

El pueblo de Israel se encuentra en el desierto (entonces; y de algún modo también hoy). Acaba de recibir la Toráh y está profundamente conectado con la realidad del Creador; por ello, cada evento de la existencia se tiñe de un carácter milagroso que despierta reverencia, fascinación y devoción (entonces; y oramos nosotros, cada día, que sea así mañana).

Cuando se vive con conciencia plena de la dimensión espiritual de la existencia, no hay evento físico cuya influencia en lo espiritual pase inadvertida, y no hay evento espiritual que no modifique la realidad física de modo evidente.

Aprendimos que la enfermedad que afecta al Metsorá tiene su origen en el "lashón haRá", en la maledicencia, en la utilización de su facultad de hablar de un modo que profana el carácter sagrado del habla (hemos abundado en este tema en la cuarta charla del ciclo "Torah para Vivir con Ella"). Este evento refleja un desorden espiritual, capaz de afectar negativamente la realidad colectiva. Es por ello que sus consecuencias se proyectan en una enfermedad que torna inmunda la apariencia del individuo del caso, y el Cohén, el sacerdote, le declara inmediatamente "Tamé": impuro.

Desde el momento en que es declarado "Tamé", el metsorá es aislado del colectivo, para ser internado, durante una semana, en soledad, fuera del campamento u poblado. Tras esta semana -que, se nos enseña, habrá de servirle para curar el mal de su alma mediante el arrepentimiento y la plegaria-, habrá de mediar su curación física, la sumersión y la ofrenda, y por fin, la sentencia favorable del Cohén, para que se le permita volver a ocupar su lugar en la sociedad.

La purificación que debe pasar el Metsorá para ser redimido de su exilio personal, tiene un claro paralelo con la purificación que ha de pasar el pueblo de Israel para ser redimido del exilio colectivo que nos pesa. Tanto hace 3.317 años, cuando salimos de Mitsráim, como hoy mismo, cuando la oscuridad se cierne sobre nuestra vida espiritual y material, y clamamos por redención.

El exilio en Mitsráim comenzó a partir de que Ioséf "habló mal" de sus hermanos ante su padre Ia'acóv. Inmediatamente a ello, Hashém acomoda los acontecimientos de modo tal que Ioséf sea exiliado y sometido en Mitsráim, lugar cuyo propio nombre alude a encierro u opresión (de la raíz hebrea "metsár": opresión).

Cuando Moshéh, en su juventud en Mitsráim, intenta hacer paz entre dos hebreos que pelean (Shemót -Exodo- 2:14), y uno de ellos le desafía "¿acaso nos matarás, como al egipcio?", Moshéh comprende que hay delatores dentro del pueblo de Israel; que hay maledicentes. Explica en ese punto el Midrásh (Shemót Rabá 1:32) que, entonces, entiende Moshéh la razón del exilio y la esclavitud del pueblo de Israel, y sabe que están en esta situación para purgar y purificarse por haber corrompido su habla, y así, profanado su esencia y su misión sobre la Tierra.

En algo más de una semana, celebraremos Pésaj. Y no es casualidad que sean Tazría y Metsorá las porciones de la Toráh que siempre nos toca leer, ya antes, ya inmediatamente después de la celebración. Pésaj conmemora la resolución del exilio en Mitsráim, y prefigura la resolución del exilio espiritual de cada quien.

En la primera ocasión en que aparece el vocablo Pésaj en la Toráh, explica Rashi a su respecto dos vertientes de sentido: "Pésaj", significa que el Creador "salteó" las casas de los hebreos al azotar a Mitsráim con la muerte de los primogénitos (ésto es: que evitó, de entre toda la población de Mitsráim, a los primogénitos hebreos). "Pésaj", tal como lo traduce Ónkelus al arameo, advierte también que el Creador "jamál": que tuvo piedad de los hebreos, de entre todos aquéllos respecto de quienes no actuó desde la piedad. Y agrega, acercándose a nuestro tema, Rav Tsádok HaCohén, que el término "Pésaj" refiere a "Péh Sáj", a "la boca que habla". En Mitsráim, el habla de los hebreos estaba en el exilio junto con ellos. En el momento de la redención, el habla es redimida de su condena. "No soy hombre de palabras", se excusó antes Moshéh. Tras la liberación, será capaz de pronunciar la Verdad al pueblo de Israel, y proferir verbos que modificarán la realidad para siempre. Lo hemos visto ya. Y ese Moshéh, está en cada uno de nosotros producirlo, si ya no con "ese" verbo -como leeremos a continuación-, indudablemente con la acción de cada día.

En el hebreo de la Toráh, el Faraón es llamado Par'óh, nombre compuesto de las mismas letras de "Péh Rá", que es la "boca del mal". El mal depositado en la boca es designio del sometido al poder de Mitsráim. Paralelamente, aprendemos en el Zohar que son dos los modos en que puede el alma, proyectada en la mente, comunicarse con el cuerpo: por delante, a través de la boca, verbalizará de modo correcto y dará al sistema nervioso, al aparato motriz, órdenes que éste comprenderá y acatará para conducirse en el camino sagrado. O por detrás, a través de la cerviz (el lado posterior del cuello), en cuyo caso la comunicación será muda y sorda, y el sistema nervioso obedecerá a sus instintos autónomos merced a estar desconectado de las verdades superiores del alma. "Par'óh" se compone, también (en hebreo), de las mismas letras que "ha'óref": la cerviz.

Y hablamos precisamente del habla, la facultad de expresión en lenguaje articulado que conecta la mente con el universo material, que es privativa de los hombres. De acuerdo a la Toráh, es el elemento distintivo del hombre respecto del resto de la Creación. Así, los reinos de la Creación se denominan, en la Toráh, del siguiente modo: Domém ("silente", es el mineral), Tsoméaj ("vegetativo", el vegetal), Jai ("vivo", el animal) y Medabér ("hablante", es el hombre).

Y si lo dicho es válido para los hombres en general, tanto más lo es para el hebreo. Al respecto, nos enseñan nuestros sabios que la lengua sagrada de la Toráh "dice la cosa misma", en tanto las otras lenguas, hablan "acerca de la cosa". ¡Feliz quien logre vivir en semejante lengua, inabordable en su magnitud infinita para todos! El poder de influencia del habla sobre la realidad se multiplica infinitamente cuando el hablante se expresa en el lenguaje de la Toráh. Y con su poder de influencia crece, proporcionalmente, su responsabilidad por lo que dice.

Leemos en nuestra parasháh que, en sus siete días de aislación, el Metsorá "iefashfésh bema'asáv": tanteará sus acciones, revisará uno por uno sus actos para descubrir qué está mal dentro de sí, y enmendarlo. Y que tal actividad será determinante de su suerte, transcurrida la semana. Así el pueblo de Israel en vísperas de su salida de Mitsráim; así, hoy, cada uno de nosotros. Es tiempo de ajuste íntimo de cuentas para todos quienes añoramos la redención. Tal, Pésaj de 5765, para quienes llevan su identidad hebrea en el alma.

Han pasado varios meses desde el último "Matók MiDvásh", y debo congratularnos por estar juntos de nuevo, estudiando Toráh. En el medio, tanto en lo personal como en cuanto hace a este proyecto colectivo, hemos visto pasar mucha agua bajo los puentes, y los ríos que enfrentamos ya no pueden ser los mismos ríos. Barúj Hashém, han seguido adelante y crecido en cantidad y calidad las clases que dicta Rav Guidon Muzykanski en nuestro Beit-Midrásh. En segundo término, el tiempo de casi silencio ha producido un avance tecnológico en nuestro Beit-Midrásh, que ya no tiene limitación para la cantidad de gente que ingresa en él (antes, el tope era 20 y luego 30 alumnos por clase), y cuenta ahora -además del chat en audio y texto, y la navegación web compartida- con video, pizarra compartida, y transferencia de archivos, y muchas otras herramientas que lo posicionan como vanguardia tecnológica, junto a universidades de primer nivel, mas dedicado al ejercicio de la Toráh.

Por otra parte, hemos inaugurado un nuevo sitio web: el nuevo http://www.ieshivah.net/ seguro les sorprenderá. Una estructura de software pensada para la educación a distancia, con cursos, foros, chats, diálogos privados, bibliotecas de archivos, transmisión de audio y video, calendarios programados,... en fin, todos los chiches que una verdadera institución educativa online debe poder ofreceros. Entre los elementos nuevos a destacar: un curso de gastronomía judía que incluye desde ya mucho material para Pésaj, la serie de clases "Torah para Vivir con Ella" , un manual de historia hebrea que va por ahora desde la Creación del mundo hasta la época de los Jueces, un archivo de traducciones útiles y textos de apoyo, una Biblioteca Judía en crecimiento que incluye hoy cursos de hebreo, diccionarios, una gramática del arameo, varios libros que gustaréis leer, y una nueva traducción de la Hagadáh de Pésaj que sin duda gozaréis; foros, chats, y hasta una antología reflexiva de humor judío.

Al ingresar, varias de las secciones del nuevo sitio os requerirán estar inscriptos como usuarios en él. La mayoría de vosotros disponéis ya de cuentas de usuario que hemos configurado para facilitaros el acceso. En tales casos, el usuario es el mismo que en vuesto e-mail (o sea: lo que va antes de la arroba en la dirección de e-mail a que os llega este mail), y la contraseña es exactamente igual al nombre de usuario (obviamente, la podéis cambiar a vuestro gusto desde dentro del sistema). Quienes no dispongan aún de usuario registrado en el sistema de Ieshivah.Net, pueden proceder a registrarse gratuitamente en un proceso que lleva no más de minuto y medio, y que les habilitará a inscribirse y disfrutar de los contenidos de los múltiples cursos que día a día, con gran esfuerzo, vamos produciendo e inaugurando en el sitio.

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Aprendemos de nuestra parasháh que la elevación espiritual tiene por precio que cuanto hacemos, cuanto pensamos, cuanto decimos, incide en la realidad cognoscible más y más, cuanto más avanzamos. Que es imposible crecer en herramientas espirituales "impunemente", ignorando el compromiso que generamos a cada paso que avanzamos hacia delante, hacia mejor, hacia más plenos y felices, hacia más conformes con quienes somos. Aprendemos en nuestra parasháh, y en el Pésaj que se acerca, que hay que aprender a no hacer mal, al tiempo que aprendemos a ser bien. Sea voluntad de Hashém que lo logremos.

Con vosotros mis brajót,

daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net

PD: Una última noticia: el próximo martes, en nuestro Beit-Midrásh, a las 19 horas de Israel, retomamos be'ezrat Hashém el ciclo "Toráh para Vivir con Ella" con nuestra clase número 8: "Pésaj: La libertad de los hebreos". Me encantará verte allí, y compartir contigo algo de lo que debemos estudiar en estos días.

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