16 agosto 2005

Matók MiDvásh #04 - Vaiejí 5764

Matok MiDvash
"Matók MiDvásh"
prensa electrónica de los proyectos Ieshivah.Net & EstudiosJudios.Net,
desde http://www.banaijtsion.com/ y http://www.patrimoniosefardi.org
Edición No. IV - Tevet 5764, Parashát Vaiejí, desde Jerusalem
http://www.ieshivah.net/ediciones/04/
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Nuestras ediciones anteriores: 01 , 02 , 03
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Indice:
* A modo de editorial: Hendir de luz la oscuridad
* "El Angel que me salva": la protección que produce tu Toráh, por Netanel Mazor
*
¡El disfrute de mi alma en la Teshuváh!, por Rav Eial Kedmi
* La fuerza de la vida, por Rav Dorón Rosilio
* La bendición que reserva a los padres la educación de sus hijos, por Rav Guideón Muzykanski
* Halajáh: Toráh traducida en normas para la vida real: El lavado de manos, por Rav Natan Lambert
* Al fin de Bereshít: La acción del padre; y por ella, la bendición al hijo, por Rav Jaim Virdugo
* APOYA ESTE PROYECTO


Parasháh de la Semana: VaIejí / Bereshít (Génesis) XLVII, 27 - L, 26
Vaiejí

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A modo de editorial:
Hendir de luz la oscuridad

Con el número 4 de Matók MiDvásh, "más dulce que la miel", arribamos al final del libro Bereshít: culminamos un proceso paradigmático que se proyecta sobre nosotros hasta hoy. Porque con el asentamiento de Israel y sus hijos en Mistráim, comienza un exilio del que aún formamos parte. Mas al aventurarnos al laberinto nos fue entregado un mapa. Y que estemos hoy aquí, juntos, estudiándolo, llevándolo a la práctica, es ya estar saliendo: es estar disolviendo el laberinto a nuestro paso y dando lugar a nueva vida.

Cuando bendice a sus nietos, "Iaakóv sabe que cuenta con el ángel, con el desencadenamiento mágico-milagroso de la realidad, siempre que lo necesita", leemos en la nota de Netanel Mazor. Y sabe que ese "contar con el ángel" no le es intrínseco, sino que se relaciona con el fundamento de su propia vida: con su vocación de verdad, con su compromiso con la verdad. Sabe que "su ángel" está con él en tanto él no se abandona al caos de las culturas que le rodean, en tanto él no pierde la perspectiva de la Creación como obra del Creador, y por tanto, con fe plena, se conduce de acuerdo a la Toráh, llevando a la práctica el sentido trascendente de la vida. Israel sabe que, transmitiendo en la enseñanza y el ejemplo vital la voluntad del Creador, está transmitiendo el "ángel", el desempeño mágico: el arte de proyectar luz que desaloja la tiniebla.

Retsonjá

"Quien vive", quien está realmente vivo, "nunca morirá", nos dice más abajo Rav Rosilio. La muerte no es un estado alterno a la vida. La vida, antes bien, es la negación de la muerte. Y quien vive "una vez", quien una vez arriba a conectar la vida a su verdadero sentido trascendente, vive para siempre.

Ese contagio, ese hendir de luz la oscuridad, es el trabajo que nos hemos propuesto en Matók MiDvásh, y en el proyecto "Ieshivah.Net / EstudiosJudios.Net". Desde la voluntad que nace en el deleite de la práctica y el estudio de la Toráh, desde las ganas que abrevan del gozo de cada día, el proyecto crece en cantidad y calidad: más notas, clases en audio en preparación, un foro de intercambio que crece en suscriptores cada día, el beit-midrásh virtual en construcción. Nos anima vuestra magnífica respuesta, y más que nunca, creemos con fe plena que el esfuerzo es oportuno.

Sea esta edición, que hemos preparado con amor, fuente de revelación y disfrute. Con las brajót de la Toráh,

daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net


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"El Angel que me salva": la protección que produce tu Toráh

por Netanel Mazor, netanel@banayichzion.com

El ángel que me salva

Iaakóv, nuestro patriarca, en su lecho de muerte, bendice a su hijo (Ioséf) y a sus nietos. "Y bendijo a Ioséf y dijo: E-lokim, frente a quien caminaron mis ancestros Abrahám e Itsják, E-lokim el pastor que me condujo desde que nací hasta este día. El ángel que me salva de todo mal bendecirá a los jóvenes, y mentará sobre ellos mi nombre y el de mis ancestros Abrahám e Itsják, y se reproducirán inocentemente en multitud en la proximidad de la tierra". De entre los intérpretes principales de la Toráh, especialmente Rashi y el Zohar llaman la atención sobre un detalle de esta bendición: en principio, pareciera que Iaakóv debería haber dicho "el ángel que me salvó de todo mal", a partir de ahora les acompañará y cuidará.... en lugar de, en tiempo presente, "el ángel que me salva (...)". En su lecho de muerte, estaría "legándoles" de algún modo la bendición del ángel. Mas no es así; y en este detalle se esconde un profundo fundamento de la Toráh.

De las palabras "El ángel que me salva" se entiende que el ángel -ese ángel- acompañaba siempre, constantemente, a Iaakóv. ¿Qué es ese ángel con que ya nos hemos topado en acontecimientos previos? ¿Qué es el "ángel de Iaakóv"?

Comienza diciendo el Zohar (libro base de la Cabaláh, compuesto por Rabi Shimón bar-Iojai): "Ven y atiende, que 'el ángel que me acompaña' es la shejináh (la presencia incidente de D's, del verbo "lishkón": morar). La shejináh va siempre con el hombre y no se aparta de él, en tanto que él no se aparte de los preceptos de la Toráh". De este modo, la bendición de Iaakóv pasa a ser entendible como: "La shejináh, que nunca se aparta de mí por cuanto cuido de seguir el camino de la Toráh, no se aparte de vosotros". Como escribe el Or Hajaím, otro de los grandes exégetas: "el ángel es la Voz de D's, que acompaña al hombre y le auxilia".

La relación de estos conceptos con nosotros, se encuentra en la continuación del Zohar: "Por ello, debe cuidar el hombre de no salir solo al camino. ¿Y cómo evitar el salir 'solo'? Atienda el hombre a cuidar siempre las mitsvót (preceptos) de la Toráh, y no se apartará de él la shejináh, y ya no estará nunca solo en su camino". Quien ponga esfuerzo y empeño en hacer de la Toráh su camino, contará con la shejináh, con la presencia de D's que cuida e incide y obra milagros, que nunca se apartará de él. Como interpreta Rashi de las palabras "el ángel que me salva" (Bereshít XLVIII,16): "El ángel que es enviado a mí habitualmente" cuando estoy en necesidad. Iaakóv sabe que cuenta con el ángel, con el desencadenamiento mágico-milagroso de la realidad, siempre que lo necesita. Nuestra percepción contrita y nuestro pobre raciocinio no son capaces de advertirlo, mas para Iaakóv era éste un hecho patente, una realidad sensible y permanente, como lo puede ser para cada quien que rige su vida en los caminos de la Toráh y cuida de las mitsvót.

Somos los hijos de Iaakóv, y recae su bendición también sobre nosotros. En tanto sujetemos nuestras vidas al camino que nos indica la Toráh, en cuanto llevemos a la acción la letra de las mitsvót, ese ángel que salva a nuestro ancestro de todo mal, acompañará cada paso de nuestro camino, y se ocupará para nosotros de todo lo bueno del mundo.

¡Shabát Shalóm!

Rabi Janania

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¡El disfrute de mi alma en la Teshuváh!

por el Rav Eial Kedmi, raveial@banayichzion.com


Una de las ganancias más importantes que me reportó la Teshuváh, fue el modo maravilloso en que se aclararon para mí, conceptualmente, los valores vitales; en cuanto aprendí e incorporé a su respecto.

El concepto de Amor ("Ahaváh", en hebreo), por ejemplo, se apoya en la cantidad de la entrega que uno logra ejercer. Desde la entrega se fortalece el amor: al prójimo, a la pareja, al Creador.

El concepto de humildad ("Anaváh", en hebreo), parte de tomar los regalos que me ofrece D's, y desde ellos, conocer quién soy y dónde estoy, saberme, y llevar a la práctica el trabajo que me ha encomendado D's.

¿Qué es la felicidad y qué la alegría ("simjáh" en hebreo, una combinación de ambas), sino el sentido íntimo del duro trabajo que nos ha sido encomendado en esta vida, y su propio fundamento? "Simjáh" es la bendición suprema que regía sobre Adám, el primer hombre, hasta el momento de su transgresión.

La tristeza ("Atsvút", en hebreo), por fin, es la base del pecado y de la maldición, de cuyo cuidado y crecimiento se ocupa nuestro instinto del mal. El cometido de la tristeza es desconectar al hombre de su naturaleza y misión vital.

La lista de los descubrimientos que me trajo consigo la Teshuváh es larga y dichosa. Continuaremos en ella a lo largo de las próximas entregas.

Shabát Shalóm!



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La fuerza de la vida

por el Rav Dorón Rosilio, ravdoron@banayichzion.com

Am Israel Jai

En nuestra parasháh anterior, "VaIgásh", estudiamos acerca del encuentro entre Ioséf y su hermano Iehudáh: el encuentro que develó el carácter erróneo de lo que la fantasiosamente interpretáramos acerca de la realidad de nuestros ancestros. El encuentro que despejó todas las dudas, mediante sólo dos palabras: "Yo (soy) Ioséf", en las que Ioséf se revela y todo el proceso en curso se aclara de modo definitivo.

Iehudáh es la fuerza que derriba obstáculos, que revela, que penetra sin vacilación la realidad para descubrir su sentido de verdad. Cae y se levanta una y otra vez, aferrado al objetivo de descubrir qué se oculta tras ese "regente de Mitsráim" que no les da respiro y atrae arteramente la desgracia sobre ellos sin cesar.

Ioséf (en hebreo, del verbo "leEsóf": reunir) es quien les reúne y les aglutina, con discreción, ocultando a la vista de los demás sus movimientos, en un preparativo silencioso para la revelación, un preparativo para la grandiosidad de la redención.

El encuentro entre ambos hermanos alumbra una percepción correcta de su realidad: todos viven -están vivos-: Ioséf vive, Biniamín vive, Shimón vive, Iaakóv el patriarca....

"Y vivió" (o "y vivirá") Iaakóv, empieza diciendo nuestra parasháh: vivía, tómo vida el espíritu de Iaakóv, el padre de ellos. La vida es la completitud, es la victoria y la eternidad, es el infinito. Quien vive, nunca morirá.

La vida no es algo temporal y finito, sino que se compone de un constante trasponer límites, de etapa en etapa. Un hombre vive por toda la existencia del mundo; nunca muere ("falleció" -por "murió"- se dice en hebreo "niftár", cuyo significado literal es "fue eximido", o "fue liberado"). Es la única muerte la del "niftár", la de quien es liberado, eximido de permanecer en una etapa, para trasponer sus límites y amanecer en otra nueva.

"Iaakóv vive" en Mitsráim, porque todas las dudas fueron quitadas del camino, se izó el telón y D's reveló su conducción del mundo (de la realidad) a ojos de quienes le aman y le buscan. Entonces, la vida fluye nuevamente. Vida es alegría y felicidad ("simjáh"), y simjáh es hálito vital sagrado ("rúaj hakódesh", en hebreo).

Ahora, traspuesta esta etapa, es posible salir al largo camino que espera. Ahora, que ha culminado el proceso primordial de todo el libro Bereshít, tras la peripecia vital de los seres singulares y poderosos que supieron gobernar su instinto, que se levantaron y cayeron y volvieron a levantarse, que no saben de desistir ni conocen la resignación; que se afianzan y afirman en su fe también cuando la realidad resulta cruda, dura e incomprensible.
Esta es la fuerza de la Vida. Con estas armas, es posible ahora salir al camino definitivo: el exilio en Mitsráim, la liberación de la esclavitud, la entrega de la Toráh, los cuarenta años de tránsito en el desierto, el ingreso a la tierra de Israel, y así en un continuo hasta nuestros días, el pueblo de Israel firme y compenetrado en su plena fe en un futuro luminoso, y en un presente de asombro y numinosidad, desde que "Am Israel Jai": ¡el pueblo de Israel vive!

¡Shabát shalóm!


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La bendición que reserva a los padres la educación de sus hijos


por el Rav Guideon Muzykanski, ravguideon@banayichzion.com

"Y bendijo a Ioséf y dijo (...)", leemos cuando se dispone Iaakóv a bendecir a Efraím y Menashéh, hijos de Ioséf.

Sobre estas primeras palabras, puntualiza el Zohar que si Iaakóv se dispone a bendecir, en realidad, a los hijos de Ioséf, llama la atención que el texto comience: "Y bendijo a Ioséf, y dijo....". Tal entiende el Zohar: así comienza el texto, para indicar que toda bendición alcanza también a los padres de quien la recibe. Cuando alguien recibe una bendición, también sus padres resultan benditos.

Adám y Javáh, primeros sobre la Tierra, reciben la mitsváh de reproducirse y abundar. D's busca que el mundo sea poblado de personas que sigan el camino de la Toráh: el verdadero objetivo es la expansión de la Toráh, no sólo la reproducción numérica de los humanos. Por tanto, quien trae hijos al mundo mas no los guía por el camino de la Toráh, no cumple sino con la primera parte del "pacto" que nos une al Creador.

¿De qué podría servir un árbol frutal, que da frutos sin color, sin aroma y sin sabor? Toda su razón de ser es producir frutas buenas y apetecibles; de modo que, si bendecimos a sus frutos nacientes para que sean buenos y sabrosos, estaremos bendiciendo también al árbol, de cuya vitalidad tomarán éstos todo lo necesario para crecer. Del mismo modo, la bendición de los hijos se extiende a los padres que los educan, que los inician, que los preparan para la vida.

La educación ocupa un rol fundamental en el judaísmo, precisamente porque los hijos son ese fruto que alberga semillas dentro suyo, semillas de las que habrán de crecer nuevos árboles; y si los criamos con la educación correcta, no serán árboles de aquéllos que sólo sirven para dar sombra, para obstaculizar el paso de la luz, sino que serán medios de reproducción y expansión de la luz y la verdad, para bendición de todos.


Tsadik katamar ifraj...

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Serán para mí reino de sacerdotes y pueblo sagrado

Halajáh: Toráh traducida en normas para la vida real:
El lavado de manos: "netilát iadáim"


por Rav Natan Lambert, ravnatan@banayichzion.com

Uno de los fundamentos del shabát se encuentra en sus 3 seudót, las tres comidas que ingerimos en su transcurso: una por la noche, y dos más a lo largo del día. Llamamos "seudáh" a toda comida que se ingiere con pan; o sea, toda comida que se inicia con la bendición de "hamotsí". Y según decretaron nuestros sabios, la bendición de "hamotsí" sobre el pan exige el ritual previo del lavado de manos, arrojando agua sobre ellas con un cántaro: "netilát iadáim" es el nombre hebreo de este ritual.

La "Mishnáh Bruráh" trae dos sentidos para el decreto de nuestros sabios, según el cual debemos realizar "netilát iadáim" previo a toda seudáh.
Cuando teníamos el Beit Hamikdásh, el Templo de Jerusalem, los cohaním (sacerdotes) trabajaban en él oficiando el servicio sagrado; dado que no disponían ni de tierras ni de tiempo para trabajar su propio sustento, vivían de la "terumáh": un 1% de la producción agropecuaria de todo el resto del pueblo. Para comer la terumáh, el cohén debía limpiarse de toda impureza, proceso que pasaba por el ritual de "netilát iadáim". A partir de que ya no tenemos el Templo (y que para el tiempo de la redención, la Toráh anuncia que el pueblo de Israel se transformará, todo él, en "cohaním" -sacerdotes- del resto de la humanidad), nuestros sabios decretaron difundir "netilát iadáim" en todo el pueblo, de modo tal que su importancia se refleje en la práctica de cada uno.

Como sentido agregado para la obligación de "netilát iadáim", mencionada también por la Mishnáh Bruráh, nuestros sabios se basaron en la orden "vehitkadishtém" ("y os consagraréis") de la Toráh (Vaikrá -Levítico- XX,7) para determinar la obligación de una higiene esmerada antes de una comida, que habrá de ser ingerida siempre con voluntad de consagración.

Vehitkadishtém



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Al fin de Bereshít: La acción del padre; y por ella, la bendición al hijo
por el Rav Jaim Virdugo, ravjaim@banayichzion.com

¿Quiénes son éstos?

Iaakóv se apresta a despedirse del mundo, y Ioséf le lleva a sus dos hijos, Efraím y Menashé, para que les bendiga. "Y vio Iaakóv a los hijos de Ioséf y dijo: ¿Quiénes son éstos?. Y dijo Ioséf: Hijos míos son, que me dio E-lokim en ésto". Opina Rashi que la pregunta "¿quiénes son éstos?" debe ser interpretada como que "no son aptos para la bendición". A ésto responde Ioséf, remarcando que D's le dio hijos "en ésto": Rashi entiende que esta expresión acompaña la exhibición del documento de compromiso matrimonial (Irusín), y acta de matrimonio (Ketuváh), entre Ioséf y su esposa Osnát; tales puso Ioséf ante su padre por respuesta.

Para comprender correctamente esta relación, nos remitiremos a una Guemará que cuenta sobre Rabi Meir Baal Hanés, alumno de Elisha ben-Abuia (un gran sabio que luego se convirtió en hereje) y de Rabi Akiva. Estaba un shabát Rabi Meir en el beit-midrásh (la casa de estudios), estudiando y enseñando, y pasó por allí Elisha ben-Abuia. Salió a su encuentro Rabi Meir, con la intención de atraerlo de retorno al camino de la Toráh. Le preguntó ben-Abuia: "¿Qué enseñaste hoy en el beit-midrásh?". Le respondió Rabi Meir: "Enseñé sobre el versículo que dice: Mejor es el fin de algo que su inicio".

Bien es el final si...

Le interrogó ben-Abuia: "¿Y cómo lo explicaste?"
Le respondió: "Expliqué que aún si el inicio no es bueno, sus carencias pueden ser reparadas en el camino y el final puede ser bien; y está escrito: La culminación buena, implica que todo (el proceso) es bien".
Preguntó ben-Abuia: "¿Así te enseñó Rabi Akiva?"
Respondió: "De no ser así, ¿cómo se lo debe explicar?"
Le dijo ben-Abuia: "La buena culminación de algo es consecuencia de que el inicio haya sido bien". Y le dio como ejemplo el suyo propio al nacer: cuando su padre le hizo el brit-miláh (lo circuncidó), vio de pronto la sacralidad de los sabios de Israel y su inmensa luz, y decidió: "consagraré a mi hijo a la Toráh". O sea, que si no hubiera visto toda esa luz y no hubiera aspirado a ella, no lo hubiera consagrado a la Toráh. Y de ahí, que él hubiera terminado por caer en la herejía, por fallar en la fe.

Con esta enseñanza en la mano, volvamos a nuestro episodio. ¿Quiénes son "éstos"? Supo Iaakóv que de Efraím y Menashéh saldrían algún día hombres impíos, y temió entonces por el inicio del proceso que había derivado en ellos; ésto es: temió que hubiera alguna mácula en la conducta de Ioséf. A ello respondió Ioséf mostrándole, documentándole, que todo el inicio del proceso, su unión a Osnát -madre de sus hijos-, había sido sagrado, y acorde a los principios de la Toráh. Se dijo, entonces, Iaakóv: si el inicio es bien, también la culminación lo será. Y dijo a Ioséf, entonces: "Tráelos hacia mí, y los bendeciré".


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