17 agosto 2005

Matók MiDvásh #33 - Shlaj-Lejá 5765 - Con la mano y con la voz: Ser dignos de llamarnos Israel

Matók MiDvásh: prensa electrónica de Ieshivah.Net - Edición No. XXXIII
Siván 5765, Parasha't Shláj-Lejá, desde Jerusalem
Edición dedicada a la Revelación de Luz y Verdad a los ojos de todo Israel
Edición Web: Foro Matok MiDvash (nos interesan tus comentarios)

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"... y os Icé sobre alas de águilas, y os traje hacia Mí..."
Con la mano y con la voz: Ser dignos de llamarnos Israel
disfruta la clase "Tefilah (VI): Sin conocimiento, ¿cómo sabría qué agradecer, y qué pedir?" que dimos ayer:
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Javerím, queridos amigos, Shalóm:

En la parasháh de la semana pasada, Miriam, hermana de Moshéh, es castigada por utilizar mal su capacidad de hablar. Hay castigo, explicación, perdón y moraleja. Tendemos a creer que sobre tales bases, el pueblo de Israel cuenta ya con la formación necesaria para no volver a caer en la profanación del habla, con la que tanto daño puede hacer.

Y sin embargo, al inicio de nuestra parasháh (Shláj-Lejá, Bamidbár -Números- 13:1 a 15:41), hallamos que Moshéh envía "espías", de entre los hombres de más elevada posición dentro del pueblo de Israel, a que investiguen la Tierra que habrán de conquistar: "Y veréis la tierra qué es, y el pueblo que reside sobre ella, si es fuerte o débil, si es poco o mucho (.....)". Algo sucede con estos espías: diez de los doce se manifiestan de un modo que contradice las expectativas de Moshéh. Y mucho han debatido al respecto nuestros sabios.

Diez de los espías expresan que la tierra es "továh", buena, que efectivamente mana leche y miel, que sus frutos son magníficos.... pero -dicen- sus pobladores son gigantes poderosos, están armados y viven en fortalezas, y no tiene Israel oportunidad alguna de vencerles. Diez de los espías apuestan por la decepción y dicen: "no podremos". Los otros dos, Iehoshú'a bin-Nun y Kalév ben-Iefunéh, reponen que la tierra es "továh meOd meOd": "muy muy buena". La Tierra prometida por Hashém no solamente tiene la cualidad de "továh"=buena, sino que es también "meOd".

¿Cuál es la distancia entre "továh" y "továh meOd"?. Cuando la Creación (Bereshít -Génesis- 1), ante cada nuevo elemento que se suma al orden, leemos "vaiár E-lokím ki Tov": "y vio el Creador que Bien", vio Hashém que estaba bien lo creado, y era adecuado; y procedió entonces al paso siguiente. Es recién al cabo de los seis días de creación completos, cuando todo se encuentra ya en su sitio y falta solamente dotarle de luz sagrada, que está escrito (Bereshít -Génesis- 1:31): "(...) vehinéh Tov MeOd (...)": y he que es "muy bueno": es la completitud; es la cúspide de la materia, lista a recibir la presencia de Hashém. Y entonces, comienza el shabát de la Creación.

"Tov MeOd", ahora podemos entenderlo, es la Tierra de Israel, la cúspide de las tierras de la Tierra; lista a que Israel y su Toráh ingresen en ella a completar el tikún, la enmienda de la Creación a que estamos llamados, tornando la materia en herramienta para el trabajo del alma.

Volvamos entonces a nuestro tema. Hay quienes acusan a los diez espías de traición, por haber puesto especial acento en el poderío militar de los pueblos que habitaban nuestra tierra. Mas: ¿no les había sido pedido reportar también la situación militar? Mal se los puede acusar por ello. ¿Dónde se encuentra, entonces, la traición a su misión?

Enseña el Shal"áh haKadósh que la novedad que los espías debían revelar era que "la conquista de la Tierra de Israel no podría ser realizada por medios naturales". Esto es: que sólo contando con la continuación de un discurrir milagroso de la realidad, cual aquél a que estábamos habituados en nuestro tránsito por el desierto, sería posible recuperar la tierra de manos de quienes la habían tomado durante la ausencia de Israel.

De tres modos dirige Hashém la Creación: a través de lo que conocemos por "naturaleza" (el discurrir "natural" de las cosas); a través de milagros "velados" (modificaciones no "naturales" de la realidad, pero que admiten explicación a ojos de los hombres); y a través de milagros "revelados" (cuando inobjetablemente, lo que sucede es milagroso). A través de milagros revelados habíamos salido de Mitsráim, y por milagros revelados se nos daba la vida en el desierto: el mán por alimento, el pozo de agua que nos acompañaba; la columna de nube y la columna de fuego determinando ritmo y rumbo del viaje. Se nos había anunciado que "una vida sostenida únicamente en milagros" no sería posible ya, una vez que ingresáramos a nuestra tierra.

La novedad que debían portar los espías era (es) precisamente esa: es imposible conquistar, cada día, la Tierra de Israel, contando únicamente con lo atribuible a la naturaleza, con lo que son capaces nuestras manos. Es imposible que arribe Ia'acóv a la condición de Israel, si Hashém no incide de modo manifiesto para que tal ocurra. Y la Tierra de Israel, que es "Tov MeOd" como la víspera de shabát, nos ha sido prometida. La novedad es ese tercer estrato, intermedio, que ahora sabemos, y que los espías debieron deducir de cuanto vieron: si es cierto que por nuestros propios medios será imposible conquistar la tierra (y se nos ha dicho que, en ella, los milagros revelados dejarán de acompañarnos), entonces, es necesario un estado de la "Hashgajáh", de la Supervisión de Hashém sobre la Creación, que aún no conocemos: ese estado en el que permanentemente ocurren milagros, permanentes maravillas y portentos, todo el tiempo eventos que contradicen el pronóstico natural; mas ocurren de modo tal que sólo el ojo sutil los advierte, y sólo el alma sagrada los goza.

Así, entonces. Así, hoy. Los espías traicionaron al pueblo al responder: "militarmente no podremos"; al bastarse con ello, y no someter la naturaleza a la expectativa de la fe. Así, hoy. Hay quien, ciegamente, cree que es posible vivir en la Tierra de Israel (ser Israel) sin los milagros que se producen en ella cada día. Hay quienes creen que es cuestión de hombres, de fuerzas e inteligencias humanas, la permanencia en esta tierra. Y cada día, cuando los espías traicionan la verdad, lloramos el exilio y la destrucción que producen con sus bocas y sus manos. Y cada día, cuando observamos el milagro cotidiano, nos llenamos de alegría y alabanza, de gratitud y de certeza, y comprendemos más claramente la necesidad de estudiar, de entender bien, y de compartir el amor por la Verdad.

Como aprendimos en la haftaráh de la pasada semana, en Zejariáh -Zacarías- 4:6: "(...) Pues no con milicia y no con fuerza, sino con Mi Espíritu, dicho Hashém". Sea Su voluntad que seamos capaces de comprenderlo, de advertirlo, de ejercerlo. De ser dignos de llamarnos Israel.

Con vosotros mis brajót, desde Ieshivah.Net,

daniEl I. Ginerman
Editor

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