17 agosto 2005

Matók MiDvásh 23 - Shoftím 5764 - Editorial: Sin duda es para tí, pero tendrás que ser verdaderamente tú para conseguirlo


Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leerA modo de Editorial: Nota producida en exclusividad para Matok MiDvash
¿Hablamos en serio sobre lo "justo"?
SIN DUDA ES PARA TI, PERO TENDRAS QUE SER VERDADERAMENTE TU

Queridos amigos:

Hay tres cosas que es bueno saber cuando uno ingresa al universo de la Toráh. En primer término, que sólo con inocencia se entra: toda soberbia debe ser evacuada antes de entrar; puesto que la soberbia, la vanidad y la dignidad mal entendida lucharán por su vida cuando las enfrentemos a la Toráh, y sólo dolor producirán; sólo un dolor de magnitud equivalente al de la verdad que se va haciendo clara ante los ojos del alma ante cada nuevo paso en el camino de la verdad.

En segundo término, debemos prepararnos para experimentar con frecuencia la sensación de que falta información, o de que ésta es contradictoria; que es incomprensible lo que se espera de nosotros comprender. Y debemos saber también que, no obstante esta sensación y todo lo recurrente que sea, en realidad, la Toráh es un texto perfecto, en el máximo posible de coherencia y consistencia que un texto pueda exhibir; y que desde la primera hasta la última letra, todo está exactamente en su lugar.

Comprobándose a sí mismos, estos postulados no sólo son vitalmente complementarios, sino que salen a luz, a una vez, en parashát Shoftím que leemos esta semana, y en el mes de Elúl -el último del calendario hebreo- que da inicio, precisamente, el día de hoy. "Inocente -completo, coherente, pleno- condúcete ante Hashém", nos indica estos días la Toráh. Requerir "inocencia" -la misma inocencia que señala la Toráh como cualidad fundamental de Nóaj (Noé), singular en su generación- es advertirnos que el ejercicio de la verdad, y aún el amor por la verdad, descartan todo prejuicio, todo postulado previo a la fe y la consagración; descartan también todas las formas en que el ego se resistirá, mezquinamente, a ser sometido a formas sobre las que no podrá reinar.

La Toráh, el mapa trascendental de la Creación, no responde a la lógica humana. Por consiguiente, se rebelará nuestra mente, a cada paso, ante lo que identificará por sinrazón. Pretender abordar a la Toráh desde la lógica aristotélica que aprendimos "afuera" es como aspirar a comprender física cuántica sobre la única base de dominar las cuatro operaciones aritméticas fundamentales: hallaremos signos raros todo el tiempo, nos causará entre risa y asombro que alguien intente sumar, restar, multiplicar y dividir letras en lugar de números ("¡qué ignorante!", exclamaremos acaso), y retrocedermos espantados ante la enunciación de que "la materia en movimiento se reparte entre partículas fundamentales y ondas electromagnéticas". Mas a diferencia de la ciencia humana, para cuya comprensión podemos prepararnos académicamente, la preparación que nos requiere la Toráh es, ante todo, espiritual: hay que doblegar a la razón "pequeña", para que de su rendición se origine el espacio mental que requiere la "razón superior". Y entonces, así como una preparación científica adecuada nos torna capaces de comprender la "coherencia" de las ondas luminosas de un rayo láser (que se acoplan por sí solas, ordenadamente, entre sí), la vida formulada de acuerdo a la Toráh nos llevará a captar, existencial y vitalmente, la relación entre Creador y creaturas, el sentido de la vida, la maravilla exclusiva de la verdad.

En las dos parashiót pasadas (Ekev mp3 y ReEh mp3)" src="http://blog.free-press.org/smilies/icon_arrow.gif" /> se nos daba, reiteradamente, la oportunidad de elegir entre bien y mal, vida y muerte, verdad y mentira, bendición y maldición. Se nos enseñaba qué efectos produciría cada una de ambas opciones. Se nos advertía de las trampas que hallaríamos en el camino, y por fin, se nos enseñaba cómo superarlas. Al llegar a parashát Shoftím, asumida la opción por la verdad (pareciera decir Moshéh, avanzando en su discurso: "Si ya has llegado hasta aquí,...";), se nos dice: "Lo justo, lo justo, procurarás". Dos veces lo justo: innegociablemente, lo justo dentro de lo justo; lo justo por un lado y lo justo por el otro, sin más opción que lo justo. Sin desvío. Sin vacilación. Tal como se conduce el láser, cuya direccionalidad le permite mantener foco sin dispersarse, donde quiera que estés y bajo las circunstancias que sea, te exige la Toráh: "procura lo justo", lo correcto, la verdad. Sin concesiones y sin la menor dilación. Con inocencia condúcete ante Hashém, y no desvíes tu vista de la verdad.

Mientras desgranamos estos pensamientos, ingresamos en el mes de Elúl, el último antes del balance y juicio anual de Rosh Hashanáh. En Elúl hay que "endulzar" el rigor del juicio. El nombre del mes es acróstico de la frase "Aní leDodí veDodí Lí": "yo soy para mi amado, y mi amado es para mí". Esa es la relación que en estos días nos abocamos a recuperar con el Creador, a través del ejercicio de la verdad, a través de la introspección y la detección de todos esos puntos en que hasta ahora sale vencedor el ego, el miedo u el instinto, y que es tiempo de enmendar. Tiempo de trabajar desde dentro hacia fuera, rectificar rumbo, hacer foco, direccionar.

"No aceptes soborno, pues el soborno ciega los ojos del sabio, y pervierte las palabras de los justos", dice nuestra parasháh (Devarím 16:19). Soborno es todo ese mecanismo de miedos, comodidades, vacilaciones, desgano y aún cuestionamientos intelectuales mezquinos a que nos vemos sometidos cuando advertimos en nuestro horizonte la verdad. ¿Que cómo es eso de "advertir en el horizonte la verdad"? Es una pura maravilla: darte cuenta de pronto que es posible dotar a la vida de un sentido fascinante e intenso, que resignifica cada instante de vigilia y cada instante de sueño, cada palabra, cada silencio, cada acción, y te da un foco indeclinable. Y que está al alcance; que se ve claro y luminoso. Y que a cada paso te habilita a ser libre como nunca sin la Toráh que te inmuniza contra el soborno. Y que te enseña y te hace parte del más alto amor, y la mayor felicidad.

Sea voluntad del Creador que, en este mes de Elúl, comprendamos por fin, y nos atrevamos, y seamos capaces de emprender la propia enmienda, y no permitamos que ni miedos ni soberbia ni avaricias nos detengan ni nos hagan vacilar.

Con vosotros mis bendiciones,

daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net

El verdadero sentido de participar de la Verdad

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