17 agosto 2005

Matók MiDvásh 17 - Balák 5764 - Editorial: Cuanto más dura la prueba, más cerca estás

Todo está escrito; y estamos aquí para aprender a leer A modo de Editorial:
CUANTO MAS DURA LA PRUEBA, MAS CERCA ESTAS

Queridos amigos:

solo nos resta verlo, y para ello hay que vivirlo


"El camino que el hombre elige recorrer, hacia él lo guían", nos enseña la Guemará en el Tratado de Macót. Uno elige el bien y la verdad, y el Creador, a través de los ángeles a cargo, devela y facilita el camino a su paso. En el medio, hay todo tipo de mojones y obstáculos a superar: las fuerzas del mal son enviadas al encuentro de quien desea verdad y bien; llegan para probarle, para hacerle fuerte, para obligarle a desarrollar habilidades con las que enfrentar exitosamente las próximas etapas del camino. Si uno se deja tentar y seducir por el mal que sale a su paso, y cae, siempre podrá volver; pero las pruebas no superadas se editan a sí mismas una y otra vez hasta que nos volvemos capaces de pasarlas aún a regañadientes, ya por amor o por temor, y seguimos adelante. Y al final del camino, sólo al final de cada tramo del camino, todo cobra maravilloso sentido.

Simétricamente, lo mismo sucede a quien -líbrenos el Creador- elige el mal, la mentira, las sombras mezquinas del mundo para su vida. Dada su elección, las puertas de lo oscuro se abren a su paso y le seducen con las inmediateces lujuriosas del camino. Mas de tanto en tanto, un mojón, una oportunidad: espada flamígera en mano, un ángel se interpone en su camino y le invita a volver atrás, a salirse, a elegir otra vez y optar por el bien y la verdad.

Tal se le ofrece en nuestra parasháh a Bil'ám, el gran profeta y mago negro de los pueblos idólatras. Es llamado por Balák, rey de Moáb, que ha heredado de su abuelo Itró (el suegro de Moshéh, y antes de su conversión a la Toráh, gran sacerdote de los cultos idólatras) el arte de la brujería. Mas la brujería de Balák no basta para la misión que exige emprender: hay que frenar, expulsar, terminar con el pueblo de Israel. Y el poderoso rey manda llamar a Bil'ám con el pedido: "maldícelos para mí", y entonces serán malditos. En primera instancia, Hashém le impide aceptar: "no los maldecirás, porque son un pueblo bendito". Bil'ám se empecina; su orgullo lo llama a cumplir la "importante" misión; y dada su elección, Hashém le insta a emprender el viaje, aunque le advierte: "sólo lo que yo te diga, harás".

A lo largo del viaje, por tres veces se le ofrece revertir su propósito de mal, arrepentirse, "convertirse" al bien, y por tres veces, cegado por el odio y el orgullo, rehusa atender la advertencia. Hasta que, en el momento cúlmine, pretende maldecir a Israel, y Hashém muda en bendición su maldición, para reafirmar el carácter sagrado y bendito de Israel.

Pero también a Israel, tal carácter le exige una toma firme de partido: la sacralidad exige responsabilidad y celo a cada paso. La neutralización de las maldiciones de Bil'ám no habrá de ser gratuita sino que, antes bien, exigirá una reafirmación de lo sagrado. En su inmensa frustración, Bil'ám obsequia a Balák un último consejo: para vencer a Israel, hay que degradarlo, prostituirlo, exiliarlo de lo sagrado; y eso corromperá el cerco "mágico" que le protege. He aquí la prueba que debe superar Israel: en su camino del bien, la tentación del mal que le acecha.

Cuando Balák envía al campamento de Israel a sus hermosas doncellas moabitas, desnudas, a tentar a los hijos de Israel, son éstos ahora los que no pueden pasar la prueba. La prostitución, en el idioma sagrado de la Toráh, no es tanto cosa de mujeres como de hombres. Es el hombre quien se prostituye al demandar la promiscuidad que se le ofrece. Y los hijos de Israel, desde la cima de sacralidad en que viven, con la verdad revelada ante sus ojos y el milagro signando la calidad de su pan de cada día, caen en masa en el pecado.

¿De quién habla nuestra parasháh? Enseñan nuestros sabios que los episodios que relata la Toráh tienen valor histórico literal, mas son a su vez paradigmáticos: reseñan arquetipos de conducta que se repiten en cada generación. Tras la manifestación Divina que convierte en bendición las maldiciones de Bil'ám, el pueblo de Israel tenía las puertas abiertas a una elevación inmensa, con la más elevada sabiduría propiciando su camino. Pero habían de pasar la prueba, resistir la tentación. Caer en la tentación no les "libera" de proseguir en el camino de la verdad que han elegido libremente al pie del monte Sinai; pero tiñe de sangre el costo de la nueva etapa. Veinticuatro mil muertos señalan el desvío y el horror, y llaman a la reflexión a las generaciones venideras. Ninguna acción, ninguna palabra ni aún pensamiento alguno, escapan al camino de quien opta libremente por el Bien y la Verdad.

Enseñan nuestros sabios que, especialmente en épocas de oscuridad, incredulidad y "barullo inútil", mantenerse en el camino correcto requiere de un desempeño minucioso de las herramientas sagradas. Estudiar Toráh, sostener a quienes la estudian y la enseñan, afirmarse en el cumplimiento de las mitsvót, cuidar del lenguaje y de cada palabra que oímos y decimos; dedicar tiempo, esfuerzo y patrimonio al ejercicio del Bien, son las herramientas que habrán de tornarnos dignos de la mejor luz. Y entonces no sólo nuestras intenciones, sino también las vidas plenas que vivimos, serán buenas y verdaderas a ojos del Creador. Y cumpliendo nuestra misión vital, habremos sido ya estrategas y tácticos y soldados de la añorada y maravillosa Redención, que revelará sin duda el profundo y definitivo sentido de todo lo pasado.

Sea voluntad de Hashém que sepamos verlo, comprenderlo, aprehenderlo, transmitirlo y convertirlo en motor de realidad.
Con vosotros mis bendiciones,

daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net

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