16 agosto 2005

Matók MiDvásh #15 - Bamidbár 5764

Todo está escrito; y estamos aquí para aprender a leer
A modo de Editorial:

EL SINAI QUE CONSTRUIMOS NOSOTROS MISMOS

Queridos amigos:
solo nos resta verlo, y para ello hay que vivirlo
Esta
semana damos comienzo a la lectura de Bamidbár (Números), el cuarto
libro de la Toráh. Y ello ocurre siempre en un clima de especial
emoción, porque resulta ser inevitablemente el shabát anterior a la
festividad de Shavuót, en que conmemoramos Matán Toráh: ese momento
glorioso en que el pueblo de Israel se planta a los pies del Monte
Sinai y recibe la Toráh. Dicho momento es concebido como los
"esponsales" del Creador con el pueblo de Israel: el momento en que se
signa el pacto que unirá íntimamente a Israel con los dictámenes del
Creador, para ser su socio en la culminación de la Creación. Por ello,
este shabát es llamado "Shabát Caláh", el "shabát de la novia": Israel
es la novia que se apresta a la consagración eterna por parte de D's,
ante quien dirá, en unos días: "Haremos, y Oiremos"; cumpliremos con la
Toráh, y desde el ejercicio de la Verdad, nos tornaremos capaces de
comprender.

En nuestra parasháh, es censado el pueblo de Israel,
y tras ello, se dispone la formación militar en que continuará su
tránsito por el desierto. En medio del campamento viajará el Mishkán,
el Tabernáculo u templo portable construido por el pueblo de Israel,
que guarda dentro de sí las "Lujót haBrít" (las Tablas del Pacto). En
lo sucesivo, sólo desde el Mishkán hablará D's a Moshéh y le
transmitirá lo que él habrá luego de volcar al pueblo. Rodeando el
Mishkán la tribu de Leví: veintidosmil hombres cuenta entonces Leví,
mil por cada letra del alefato, del abecedario sagrado con que es
pronunciada la Creación; mil por cada letra en que se desgrana la Toráh
y, desde ella, todo lo que Es. Y rodeando el Mishkán, el resto del
pueblo, tribu por tribu, en doce líneas que trazan la forma de un
Maguén David, una estrella de seis puntas adoptada desde ya como forma
en que se habrá de mover por siempre el pueblo de Israel en conjunto.

Se
preguntan nuestros sabios acerca de la coincidencia necesaria entre
parashát Bamidbár y la conmemoración inmediata de la entrega de la
Toráh; y halla el Rambá"m (Maimónides) un paralelismo bellísimo e
inquietante: la formación provista por Bamidbár traduce a las
posibilidades de todos los tiempos y todos los hombres la escena
irrepetible e irrecuperable del pacto único y maravilloso que vivimos
al pie del Monte Sinai. Las coordenadas precisas en que se ubica el
Monte Sinai, al igual que las del lugar en que reposan los restos
mortales de Moshéh, nos son ocultadas por D's; no tenemos modo de
recuperarlas y, por consiguiente, tampoco de tentar la reedición de la
experiencia. Mas tal como se revela D's en toda su majestad y evidencia
en el Sinai, se revelará luego y para siempre en el Mishkán, en el
Templo construido por Israel para reposo de la ProVidencia. Y tal
paralelismo se expresa claramente en las advertencias que pesan sobre
todo Israel en ambas circunstancias. Tanto en Bamidbár I, IV y XVIII
como en Shmót (Exodo) XIX, leemos advertencias equivalentes respecto de
la muerte que espera a quien no debe acceder al más sagrado de los
espacios y viola los límites que su naturaleza le impone. En el Sinai,
todo el pueblo debe contenerse de tocar siquiera el pie de la montaña
bajo pena de muerte. Otro tanto ocurre con los espacios sagrados del
Mishkán. Y amenaza equivalente pesa sobre los propios sacerdotes a
cargo del oficio, de no ingresar en estado de la mayor pureza. El
Mishkán (y más tarde el Mikdásh, el Templo de Jerusalem que esperamos
ver reconstruido en nuestra generación y para ello oramos y plegamos
cada día) es en cierto modo un "Sinai portátil", que acompaña a Israel
en su travesía. Y de alguna manera, cuando el estado de exilio extremo
requiere que carezcamos incluso del Mishkán, es en este instante el
propio contenido de nuestro estudio de Toráh con tesón y esmero el que
constituye lo más cercano al "Sinai" que nos es dado portar, evocar,
erigir, incorporar, para romper desde él los designios del exilio y
acceder a la verdadera redención.

A lo largo de toda nuestra
parasháh asistimos a los avatares de un censo nacional: cada tribu, y
dentro de ella, cada familia, es censada, cada hombre junto al
estandarte de los suyos, cada quien a la orden en su función
específica. Porque es Israel en conjunto el que puede realizar de modo
pleno el pacto que le une al Creador; mas ello es posible únicamente
desde la especificidad, desde la individualidad irrepetible de cada
uno. La Toráh no nos traza un camino de uniformidad forzada sino, antes
bien, de respeto a la individualidad, de crecimiento desde cada uno
hacia el colectivo, desde las capacidades especiales de cada quien,
desde las inclinaciones, las búsquedas, el modo de amar la Verdad y de
vivirla que cada quien es capaz de hacer crecer en sí. Y éste mensaje,
de cara a los esponsales, a la celebración del Pacto con el Creador el
próximo martes a la noche cuando comience Shavuót, es de importancia
vital. El camino de la Teshuváh, del retorno a la respuesta, se
encuentra abierto ante todos, y hay una senda especial signada para
cada uno. La Toráh establece el camino; el hombre, desde quien es, lo
dibuja en su propio destino. Y así dice el Zohar sagrado en nuestra
parasháh: "Estudiamos: el lugar que los poseedores de la Teshuváh
ocuparán en el mundo venidero, está vedado a los 'tsadikím guemurím', a
los justos perfectos" que nacieron dentro de la respuesta, de la
Verdad, y ningún esfuerzo hubieron de hacer para arribar a ella. Es
mucho más alto el desafío de quien retorna, en nuestra generación, al
ejercicio de la Verdad desde el estudio y la práctica de la Toráh, que
el de quien ha nacido en ella y sólo (¡sólo!) ha de continuar el camino.

Sea
voluntad de D's darnos la fuerza de estar entre los verdaderos
poseedores de la Teshuváh. Sea Su voluntad que no nos desviemos del
camino, y que sepamos, haciendo uso de cuanto nos ha enseñado la vida y
de la experiencia maravillosa de cada momento de Toráh aplicada a
nuestro tiempo, atraer sobre nosotros, sobre quienes amamos, sobre
Israel y la Creación toda, la pronta y completa Redención.

Con vosotros, con amor, bendiciéndoos de cara a la fiesta de Shavuót,
y deseándoos Shabát shalóm,



daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net



APRENDIMOS EN LA GUEMARA ESTA SEMANA:
EL PODER DE LA PLEGARIA DE UN HOMBRE SAGRADO


Rabi Janina


Rabí
Janina ben Dosa iba por el camino, cuando repentinamente se desató una
fuerte lluvia. Se detuvo y clamó: “Amo del universo: todos los
pobladores están satisfechos porque las lluvias riegan los campos,
¿mientras Janina yace afligido en su andar por el camino bajo el agua?”.
Inmediatamente cesaron las precipitaciones a causa de su plegaria.

Cuando
hubo llegado a su hogar, clamó delante del Creador: “Todos los
pobladores están inmersos en aflicción porque las lluvias no descienden
para regar los sedientos campos, ¿mientras Janina yace
confortablemente en su casa?”.

Comenzaron nuevamente a descender las precipitaciones a causa de su plegaria.

(Talmud Bablí, Tratado de Taanít, 24b)




Todo está escrito; y estamos aquí para aprender a leer LAS GUARDIANAS DEL PACTO POR AMOR
por Galia Ginerman

"Y
habló D's a Moshéh en el desierto de Sinai, en la Tienda del
Testimonio, en el día primero del mes segundo, en el año segundo a su
salida de la tierra de Mitsráim, para decir"

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