17 agosto 2005

Matók MiDvásh 24 - Ki-Tetsé 5764 - Editorial: Libre de quitarme el yugo de lo que llaman razón

Parashat Ki-Tetse. Devarim -Deuteronomio- 21:10 a 25:19

Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leerA modo de Editorial: Nota producida en exclusividad para Matok MiDvash
LIBRE DE QUITARME EL YUGO DE LO QUE LLAMAN RAZON

Queridos amigos:

"Tienes libertad de elegir, y esa libertad se encuentra fuera de los límites de lo que ves como posible", de lo que te parece razonable, del marco que ya has aceptado por regla y limitación a tu libertad. Tal leeremos más abajo, y tal debemos aprender e incorporar, si nuestro compromiso innegociable nos vincula vitalmente a la Verdad.

Estamos habituados a tantos sobreentendidos, consensos tácitos, subjetividades vestidas de axioma, demagogia barata, conductas instintivas y un largo etcétera; estamos tan habituados a la oscuridad y a la añoranza de la luz, que solemos dar por fija la circunstancia, y por circunstanciales los valores profundos que nos alientan a vivir. Y bajo semejante anestesia, con frecuencia sucede que a la oportunidad de redimirnos, de mudar nuestras vidas en dirección a la Verdad -a la más alta belleza y la completa felicidad- la vemos pasar como quien ve una película de desencuentros amorosos para poder por fin llorar.

Lo más grave de este proceso es que, aún si inconcientemente, es elegido. Porque existe otra opción. Y si vivimos de acuerdo a una de las opciones y no de la otra, somos responsables de nuestra propia elección, todo el tiempo, cada instante.

¿Como se traza, cómo se ilumina, la otra opción? Nuestra parasháh, Ki-Tetsé, trae consigo algunas pistas, que rozaremos brevemente.

Ya al inicio (Devarím -Deuteronomio- 21:11-14), se nos habla del caso de alguien que se enamora de una mujer "de bello aspecto", prisionera de guerra, y decide tomarla por esposa. Explica Rashi que no se habla aquí de cómo en principio debe el hombre actuar (que no es tomando por esposa a una mujer en consideración únicamente de su "bello aspecto";). Este pasaje viene a regular una situación "de hecho", nacida de la primacía frecuente del instinto sobre la conciencia clara. Partiendo del reconocimiento de que hay una medida para las expectativas puestas en cada uno, y de que difícilmente llegue un hombre a la perfección, regula situaciones "de hecho" para lograr que también en ellas se manifiesten la verdadera justicia, el buen proceder y la verdad.

Más adelante (Devarím 21:18-21), viene el capítulo del "ben sorér umoréh", de la acción de los padres respecto de un hijo que -tal como explica Rashi la descripción de la Toráh- ha traspasado todos los límites tolerables del espíritu de mal. Este hijo ha de ser llevado ante el Tribunal, y de probarse su completa irrecuperabilidad, será condenado. Dice la Toráh culminando el tema: "Y eliminarás el mal de tu seno"; y explica Rashi: si es irrecuperable, lo rescatamos y evitamos que continúe despeñándose y acumulando culpa. Así como hay transgresiones que el judío no comete ni aún si la vida le va en ello (idolatría, asesinato, incesto y otras perversiones sexuales), hay también un límite al mal que permitiremos que se desarrolle en nuestro contexto. Hay un límite a la contaminación tolerable, y el límite no debe ser transgredido bajo ninguna circunstancia y bajo ningún pretexto.

A medida que avanzamos en la parasháh, nos encontramos (Devarím 22:1...) con la mitsváh de "hashavát Avedáh", de devolver a su dueño lo que se le haya extraviado. La Toráh no sólo nos prohibe apropiarnos de lo que tiene dueño, sino que ordena actuar en sentido de que lo que alguien extravió retorne a su dominio. La conciencia solidaria, la responsabilidad recíproca entre todos los componentes del pueblo, son fundamento de la verdadera justicia que viene a instruirnos la Toráh.

Llevamos, hasta ahora, algunas provechosas conclusiones primarias: el instinto del hombre está contemplado en la Toráh, y aún las situaciones menos honrosas, en la mayor sumisión a los instintos y apetitos primarios, hay una regulación que nos permite dirigirnos hacia el bien. En segundo término: hay límite a la contaminación que un hombre debe permitirse soportar, provenga de fuera o de dentro. Por último: ni el más mínimo detalle de la conducta del hombre, incluso respecto de su prójimo, escapa a la atención del sentido de Bien, de lo enunciado por Justo en la Toráh.

El último ejemplo que hemos elegido (Devarím 22:6-7) trae consigo una novedad, que dotará de soporte y viabilidad a toda la estructura. "Si apareciera ante tí un nido de aves en el camino (...), y hay en él huevos o pichones: no tomarás a la madre por (tu deseo de tomar a) sus hijos". Hasta aquí, la primera parte de la mitsváh: sé piadoso, no tomes gratuitamente una vida, conténtate con tomar lo que realmente tienes intención de disfrutar. Aún más: "envía lejos a la madre, y toma contigo a los hijos", para que la madre no sufra al ver que te llevas a sus pichones. Culmina la Toráh con el resultado de la mitsváh: "para que sea bien para tí, y se prolonguen tus días".

Mas hay una lectura del texto de implicancias radicalmente distintas. La segunda parte del texto ("envía lejos a la madre, y toma contigo a los hijos";) es preceptual: es una mitsváh en sí misma, no relacionada con que estés buscando alimento o con que te apetezcan pichones o huevos para la cena. De acuerdo a la segunda parte del texto, es una mitsváh en sí misma que, cuando halles un nido en tu camino, con pichones o huevos, y la madre se encuentra allí con ellos, debes ahuyentar a la madre y tomar contigo a las crías.

El status de esta mitsváh en la Toráh es singular. Por un lado, es una de las mitsvót para las cuales la exégesis no provee explicación "lógica" alguna. En ese sentido, implica inmediatamente a la fuerza de la fe como gran cimiento de nuestra capacidad de aproximarnos a la Verdad. Sin fe en que, aún si no podré comprenderlo, es manifestación del Bien y debo ponerlo en práctica (del mismo modo en que pongo en práctica lo que sí comprendo), no podré ingresar realmente a una vida de Toráh. Na'aséh veNishmá: haremos, y recién entonces, acaso comprenderemos.

En segundo término, abundan nuestros sabios en la calidad del rédito especial que reporta al alma esta mitsváh, y profundos secretos son develados por el Zohar en el comentario a este pasaje. La simetría es perfecta: sólo desde una fe que se prueba a sí misma (pero cuyo camino hay que emprender sin esperar pruebas) es posible edificarse realmente en el camino de la Verdad, en el camino a que confluyen cuerpo y espíritu cuando el hombre es uno, cuando dejamos que la práctica del bien acabe con la neurosis, cuando abrimos los ojos y vemos que, efectivamente, tenemos "libertad de elegir, y esa libertad se encuentra fuera de los límites" de lo que vemos como posible.

Sea la Voluntad de Hashém que estas palabras hallen cobijo en nuestros corazones, y se traduzcan desde cada uno en la mejor acción.

Con vosotros mis bendiciones,

daniEl I. Ginerman

El verdadero sentido de participar de la Verdad

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