17 agosto 2005

Matók MiDvásh #29 - Bejukotái 5765 - Ser uno, ser todos: Terminemos el exilio de Israel

Matók MiDvásh: prensa electrónica de Ieshivah.Net - Edición No. XXIX
Iár 5765, Parasha't Bejukotái, desde Jerusalem
Edición dedicada a la completa recuperación en cuerpo y alma de Miriam bat-Tsví y de Mordejái ben-Shéndl, y al Shalóm sin mella para todo quien se sabe y se quiere Israel
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"... y os Icé sobre alas de águilas, y os traje hacia Mí..."
Ser uno, ser todos: Terminemos el exilio de Israel

Javerím, queridos amigos, Shalóm:

"Si camináis con mis estatutos, y preserváis mis preceptos, y los hacéis", son las condiciones que explicita Hashém, al inicio de nuestra parasháh, para que la bendición destinada a Israel se haga realidad.

Una lectura profunda de las condiciones nos indicará que:

1. caminar "con" los estatutos (jukót), implica estudiarlos, estudiar la Toráh y profundizar nuestro conocimiento de la Verdad cada día, aún cuando las circunstancias no propicien el estudio y la investigación;

2. "preservar" los preceptos: como consecuencia de "caminar con los estatutos", de dedicarse al estudio de la Toráh, la práctica de las mitsvót no se hará pesada ni difícil (dice el Creador a Israel: Yo aseguro que todo quien crezca en sabiduría, su Toráh le salvará de caer en la tentación del Mal). En segundo término, "preservar los preceptos" hace referencia a cumplir todas las mitsvót de "contención", de abstención; todas aquellas mitsvót que requieren abstenernos pasivamente de tal o cual acción o circunstancia;

3. "y los hacéis" refiere, por fin, al cumplimiento de todas las mitsvót "activas", las que requieren acción positiva de parte del hombre.

Hasta aquí, algo de cómo comprenden el "Or HaJaím" y el "Zohar haNigléh" las condiciones del Creador para despertar la bendición sobre Israel, imprescindible para la enmienda y la redención, en un halo de Luz, sobre toda la Creación. Como enseña Rabi Ishma'El (Tratado de Avot 4:5): "Quien estudia para aprender y enseñar, le es dado aprender y enseñar. Quien estudia para ejercer, para llevar a la acción, le es dado aprender y enseñar, preservar y hacer", y a través de todo ello, dar existencia a la Toráh en este mundo. Tal el camino a recorrer.

Intentemos comprender ahora la dinámica del proceso: qué está en nuestras manos, qué debemos hacer, de qué modo producirán consecuencias nuestros actos.

La Toráh describe y jerarquiza la bendición prometida. La bendición es un proceso paralelo al cumplimiento continuo de las condiciones que acabamos de ver. Y cuanto mencionaremos en "plural", en relación al colectivo de Israel, es aplicable idénticamente a la vida particular e individual de cada uno de nosotros.

En una primera etapa, el estudio de la Toráh, la precaución que nos impedirá incurrir en el Mal, y la acción positiva de Bien, atraerán sobre Israel un flujo de riqueza material (abundancia y sanidad de cosechas, y su procesamiento propicio). Pero ya sabemos: a mayor riqueza, mayor tentación. De suyo, cuando vive en abundancia, el hombre tiende a olvidar a la fuente de todo bien, y cae con facilidad en la traición a sus principios. De allí, que no existe una posición "estanca" en el camino de crecimiento espiritual: si uno deja de crecer, comienza a caer. Y el esfuerzo debe ser continuo.

Una vez concedida la abundancia, si Israel persiste en su crecimiento, venciendo las tentaciones que intentarán desviarle del camino, se abre desde lo Alto la bendición del Shalóm: vivir en paz y plenitud; vivir sin miedo. Más que nunca debemos esforzarnos por persistir en la Verdad; tal hemos aprendido en el Tratado de Sucáh 52a: "cuanto más grande se es en Toráh, mayor fuerza cobra en uno el instinto" capaz de desviarnos hacia el Mal. Y lo mismo se potencia con la prosperidad material. ¿Eres rico? ¿Eres sabio? Sé valiente.

Esta prosperidad, la paz, y la belleza de una vida sin miedo, nos habilitarán a recibir la bendición del poder, de la victoria sobre todos los enemigos; y la multiplicación del pueblo, traducida en familias agraciadas con prole numerosa. También vendrá con esta nueva etapa un despertar del instinto, un aluvión cada vez más fuerte de tentaciones del "ietser" que deberemos vencer creciendo en Toráh con más ahínco cada vez. "¿Quién es el fuerte?", se preguntan nuestros sabios en el Tratado de Avót 4:1: "Quien doblega a su instinto".

Y de esta base sólida: de un pueblo viviendo en armonía con el Orden del Creador, en abundancia y seguridad, respetado dentro y fuera de sus fronteras, y creciendo en cantidad y calidad, nace la etapa siguiente, el verdadero salto adelante rumbo a la más alta redención, rumbo a la enmienda cósmica del Orden Sagrado: "y Edificaré Mi Pacto con vosotros" (Vaikrá -Levítico- 26:9), un pacto renovado a partir de la acción de Israel, que nos tornará aptos para recibir la Shejináh, Su Presencia manifiesta y la Providencia entre nosotros: el discurso milagroso de la vida revelado a nuestros ojos, revelado en nuestras manos.


El pacto entre el Creador e Israel se manifiesta de dos modos que, a primera vista, resultan opuestos: bendiciones y maldiciones. Esta semana, viene la Toráh a enseñarnos la necesaria complementariedad entre ambos modos de relacionarse el Creador con nosotros. No está en nuestras manos modificar el rumbo trascendental de la Creación. Pero está en nuestras manos vivir una vida plena de Verdad, o una vida irrelevante, y aún, una vida sumida a la mentira y los pantanos de todo mal. La acción sagrada de cada quien atrae enmienda y redención al mundo. La acción que profana lo sagrado, sólo puede atraer la oscuridad en que hoy vivimos. Que no debe ser entendida meramente por "castigo" sino, antes bien, por provocación, por presión que nos impulsa a comprender. "Todo está en manos de Hashém, menos la irAh, la actitud de temeroso respeto a Hashém" de parte de los hombres, dice Rabí Janinah en el Tratado de Brajót 33b. Si nos conducimos en el camino de la irAh, percibiremos y oficiaremos maravillas.


Como adelanté muchas líneas atrás, cada dicho de la Toráh referido al colectivo, al pueblo entero, ha de ser comprendido también a nivel individual. Sobre cada individuo que tiene conciencia de lo sagrado, que aprende cada día su misión sobre la tierra y se esfuerza en tomar para sí, comprender, practicar y transmitir la profunda guía de la Toráh, recae la responsabilidad de Israel. Tal aparece insinuado, por fin, en el último versículo de nuestra parasháh (Vaikrá -Levítico- 27:34), con el que se cierra el libro Vaikrá: "Estas son las mitsvót que ordenó Hashém a Moshéh, para los hijos de Israel, en el monte Sinai". "Estas" son "las mitsvót": la palabra "hamitsvót", tal como se encuentra escrita aquí (hei-mem-tsadi-vav-tav), tiene el mismo valor numérico en hebreo -la misma "guematria"- que la palabra "Israel". Porque el estado del alma que lleva por nombre Israel, nace del "formatear" la propia vida en la pauta de las mitsvót, y atraer así, Luz de verdad y bendición sobre la Creación entera.

Jazák Jazák VeNitjazék! Despertemos la fuerza, y seremos fuertes.

Mis brajót para vosotros, desde Ierushalaim,

daniEl I. Ginerman
Editor

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